martes, 23 de agosto de 2016

Los seres ocultos (Laugagerdisskóli-Arnastapi)

Islandia está habitada por seres humanos, animales, y por los seres ocultos.

Dejamos atrás nuestra escuela para viajar hacia el Oeste y a unos 20km, paramos a tomar algo. Casualidades del destino, fuimos a parar al hotel-restaurante de un contacto que nos habían pasado; casualidades del destino, éste estaba precisamente en Valencia por unos días.

Continuamos nuestro camino atravesando las montañas hasta llegar a Grundarfjörður, un pueblecito cobijado a la sombra del Kirkjufell, la montaña más fotogénica de la isla.

La bici de Mireia había dado problemas y ya asentados, fui a ver si encontraba la tienda de bicis marcada por el mapa. En la oficina de turismo pregunté si había alguna tienda y me dijeron que lo más parecido era un hombre que arreglaba bicis. Me dejaron llamar en vano, pues estaba trabajando y no podía ver la bici hasta 3 días más tarde. La mujer no se dio por vencida y empezó a llamar a gente de uno y otro pueblo hasta dar con uno. Me dijo que tardaría unos 30 minutos y como había oído hablar de la puntualidad islandesa, me puse cómodo.

Más de media hora después, apareció un chico joven que se puso a saludar a las de la oficina, cogió un café y se me acercó. Miró todo un poco y detectó el problema: una de las piezas de la cadena estaba demasiado dura y no pasaba bien. Al final con las manos llenas de grasa, pareció conseguir resolverlo. Le ofrecí invitarlo a algo, pero se negó. Afortunadamente aún queda gente que no pone un precio a todo.

Para acabar la tarde como Dios manda, nos calentamos en la piscina del pueblo con fantásticas vistas a las montañas heladas, sólo nubladas por el vaho del agua que abandonaba el calor para unirse al aire .

Al día siguiente la cadena volvió a dar problemas y esta vez fui yo el que se pintó las manos de negro. A falta de aceite, arreglamos el problema con vaselina. Hacía un día estupendo y si Islandia es bonita de por sí, al sol reluce como un piedra preciosa. Llegamos a Ólafsvík y no pudimos resistir la tentación de visitar la Sundlaug. Nos relajamos, tomamos el sol y continuamos el viaje hasta Hellisandur. Si los anteriores eran pueblos, este era una urbanización de cara al mar con poco más que una gasolinera y un camping, en medio de un campo de lava. De instalaciones no hablamos, pero gozábamos de naturaleza pura.

Amanecimos con unas nubes sumidas en la tristeza y vestidas de luto, pero las ignoramos y nos dirigimos a la punta  más Oeste de la península.

Öndverðarnes, es conocida por dos cosas: ser un buen punto de avistamiento de ballenas y albergar un pozo mágico del que se podía sacar agua bendita y en ocasiones cerveza. Ni lo uno ni lo otro, pero lo cierto es que disfrutamos del almuerzo mirando al infinito, deseosos de ver algo que asomara en el horizonte. 

Llegar y salir de este lugar nos costó lo suyo, ya que la carretera muy lejos de estar asfaltada tenía tantos baches que a uno le entraba el hipo. Durante varios kilómetros pudimos tocar la luna, pues el paisaje solo se diferenciaba de uno lunar, en las alfombras de musgo que recubrían las rocas. A lo lejos se escondía el Snæfellsjökull, el volcán de “Viaje al centro de la tierra”, y en un lugar tan mágico uno sentía la presencia de Julio Verne.

La última parada fue la playa de Djúpalóssandur, la cual nos costó encontrar lo suyo, y consiguió nublarnos como el día. En esta playa hay una iglesia élfica pero como las ballenas y la cerveza del pozo, no pudimos ver ni la iglesia ni a sus miembros.
Aquí se hayan, eso sí a la vista, cuatro piedras que servían de examen a pasar por los aspirantes a pescadores si querían entrar en el gremio. La playa además es el cementerio de un barco inglés que naufragó en 1948 y sus restos de óxido cubren la arena negra como si de una fosa común se tratase.
Al final el cielo rompió a llorar, aunque fuese sin ganas y llegamos un poco húmedos a Arnastapi donde fuimos recibidos por un ave de muy mal humor que amenazaba con atacar para proteger a su polluelo que descansaba al lado del camino.
Esa noche fuimos a dormir rodeados de elfos y de un susurro que traía el viento:

 “Desciende al cráter del Yocul de Sneffels,
que la sombra del Scartaris acaricia,
antes de las calendas de julio, audaz viajero,
y llegarás al centro de la Tierra, como he llegado yo.”

1 comentario:

  1. nunca subestimes el poder de la vaselina...te puede salvar de mas de un apuro

    ResponderEliminar