domingo, 7 de agosto de 2016

Entre el cielo y el infierno (Chiang Rai-Chiang Khong)

El noveno día amanecíamos en Chiang Rai en lo que era el mejor alojamiento hasta la fecha: un hotel con precio de hostal, cortesía de llevar un solo año en funcionamiento. Madrugamos, como de costumbre, para llegar a Mae Salong, un pueblo a unos 70 km, conocido principalmente por dos motivos: uno histórico y el otro comercial.

Esta localidad cerca de la frontera con Myanmar y Laos dio refugio al KMT cuando huía de los comunistas chinos, y fue además la zona que llegó a controlar el comercio del opio mundial; hoy recibe su fama por los tés.

La primera escala para llegar en transporte local era Ban Pasang y de allí coger un sŏrng·tăa·ou (una furgoneta tipo pick-up con dos banquetas en la parte de atrás para pasajeros; es decir, un taxi compartido) a 60 bahts por persona si se llenaba; el problema era que sólo estábamos nosotros y para pagar el precio mencionado debíamos esperar que viniese más gente. Avistamos restaurante y llenamos la espera con nuestro desayuno favorito: pad thai.

A mitad plato apareció una italiana que viajaba sola; las perspectivas de que fuéramos más no eran prometedoras… Cuando acabamos de comer, el conductor se acercó y nos hizo contraoferta: pagábamos cada uno 150 (4 euros) y salíamos ya. Eran las 11h y no parecía que fuese a venir nadie más, así que aceptamos.

A los diez minutos el sŏrng·tăa·ou subía por carreteras empinadísimas y llenas de curvas que superaba contra todo pronóstico, acercándonos a las alturas, bordeadas por las serpentinas plantaciones de té que se disponen como setos recortados en forma de dragones paralelos que entran y salen de la colina al mismo tiempo.

El único lugar que visitar es un templo al que se accede subiendo 718 peldaños, superados los cuales pudimos comprobar con las caras saladas que estaba en reformas, cubierto de andamios.

El principal atractivo de Mae Salong aparte de su influencia china (visible en los templos, en los farolillos rojos colgados de los techos, en los carteles, incluso en la gente) es el paisaje de montaña y su olor a naturaleza, a aire limpio; bueno, eso y el té, que degustamos sentados tranquilamente antes de volver, pues amenazaba con llover. 

En Ban Pasang, justo antes de bajarnos de nuevo, queríamos hacernos una foto con el conductor; un hombre entrañable que no hablaba ni entendía inglés con el que nos comunicábamos por gestos y en el que se notaba la ascendencia norteña en su color más oscuro de piel; pero subió un nuevo cliente y tuvo que partir. 

Chiang Rai se encuentra a 13 km entre el cielo y el infierno; y es que dos de los must-see  antagónicos son el Wat Rong Khun y el Baan Dum Museum, que distan 13 km de la ciudad, uno por el sur y otro por el norte. Ya era tarde para el horario tailandés, así que decidimos visitar únicamente el Baan Dum Museum que nos pillaba de paso. Se trata de un museo-recinto al aire libre con casas que siguen la estructura de un wat, pero decoradas con motivos satánicos: huesos y esqueletos de animales, habitaciones con sillas hechas de cuernos y pieles, dispuestas alrededor de un cocodrilo disecado… todo muy dantesco. Es una pena que no pudiésemos haberlo disfrutado más, pues llegamos a diez minutos de que cerrasen.

Ya en Chiang Rai, cosas que pasan en los viajes, nos encontramos en la estación de buses con el conductor que nos había dejado en Ban Pasang; como no sabía inglés y para manifestar que nos había reconocido nos señaló riendo y dijo “¡Mae Salong!”. Contentos y riendo con él por el reencuentro, pudimos por fin hacernos la foto.

Acabamos el día con una deliciosa cena callejera con vistas privilegiadas a la Clock tower.

A la mañana siguiente, antes de salir hacia Chiang Khong (puerta de entrada a Laos) teníamos que visitar el Wat Rong Khun o Templo Banco; un templo que comenzó en 1997 y sigue en construcción, hecho casi por completo con cal y espejos blancos para que reluzcan a modo de espejismo.

Se accede al templo por un puente sobre un lago rodeado de manos, calaveras y motivos infernales, para luego pasar por la boca de un demonio pintado en la pared interior y salir renovado al encontrarse con Buda.

Este wat tiene entre sus curiosidades mezclar en sus paredes interiores a Buda (frente a la entrada) y a un demonio en cuyos ojos se reflejan Bush y Bin Laden y al que acompañan en los alrededores desde Harry Potter, los Minions y personajes de Avatar, Matrix o Star Wars, hasta Michael Jackson, Superman o una imagen del avión estrellándose contra las Torres Gemelas. El artista explica que la pintura pone en evidencia que nuestra cultura toma héroes ficticios y actualmente necesitamos héroes y ejemplos de verdad, como Buda. La idea está chula, pero la mezcla resultaba un poco kitsch

A las 15:30 salimos hacia Chiang Khong, y 2 horas y media después nos estábamos dando un baño en la piscina del hostal que sorprendentemente más barato nos ha salido. Para acabar el día, nos duchamos y fuimos a cenar a la ciudad. Dimos con un restaurante con música inglesa donde alguien le daba mucha importancia al físico, pues en una de las mesas había pesas y en la entrada tenían dos botes de proteínas; lo que no esperábamos es que fueran de una mujer de unos 50 años, que debía ser la dueña, y que con sonrisa tímida se acercó a nosotros para preguntarnos si podíamos corregirle una frase en inglés para subir a su Instagram; frase que quedó de la siguiente manera: “Working out next to the Mekhong river. It was nice weather!”. Sin perder la sonrisa juntó sus manos frente a la cara y repitió varias veces las “gracias” tailandesas ladeando la cabeza: kop khun khrap.

1 comentario:

  1. Seguimos tu blog y disfrutamos de los colores olores y lugares que tan bien nos transmites.
    Qué bien escribes¡. A Violeta la veo Feliz.
    Cuidaros mucho. Besos para Violeta y para ti.
    Mamá

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