martes, 15 de agosto de 2017

Esto son un chino, un indio, un camerunés y dos españoles en un ascensor… (Shenzhen-Hong Kong)

No es un chiste no, es una escena común de la Chumking Mansion, pero primero lleguemos a Hong Kong porque aún estamos en nuestra querida Hard Sleeper (litera dura) rumbo a Shenszhen, una ciudad fronteriza con Hong Kong.
Por si alguien se ha perdido, Hong Kong es una región administrativa independiente de China, por ello hay que cruzar la frontera. Y como podréis ver más adelante, esta frontera no es únicamente una separación física.
Pues bien, una vez bajamos del tren tuvimos que recorrer pasillos, escaleras mecánicas y más pasillos para conseguir salir de China y poder entrar en Hong Kong.
Cambiamos yuanes por dólares de Hong Kong y nos fuimos en busca del hostel. Al salir del metro nos sentíamos en “otro país”: El claxon de los coches se escondía tímido como con miedo a molestar, la mascarilla en la boca y nariz parecía la nueva moda, los mogotes de Yangshuo eran remplazados por gigantes de hierro y éramos abordados por piratas de diferentes nacionalidades que nos ofrecían alojamiento, trajes a medida o relojes ¡en inglés!
Lo más desconcertante fue entrar en la Chumking Mansion, donde estaba nuestro hostel. A este conjunto de edificios se accede por una laberíntica galería con puestos de comidas del mundo, relojes, cambio de divisas… añadid lo que se os ocurra; el crisol de nacionalidades es tan variado, que parece que hubieran ido sacando las bolas de la lotería con las nacionalidades, y tal cual leían la bola, plantaban esa persona en tan peculiar galería.
Comunica bloques de unos 10 pisos como mínimo, que albergan a dos o tres hostels por piso. Baratos todos, pero los que vimos, a cada cual más cutre y cochambroso. El blanco había desaparecido de la gama de colores colonizado por el amarillo o el marrón. Teníamos reserva en un hostel y nos recibió un africano, que nos puso en contacto con un chino. Este vino a cambiarnos de bloque y hostel para acabar en uno regentado por una india.
Se hace cola en el ascensor ya que son muy lentos y precarios. Mientras esperas en la cola te entretienes viendo la cámara del interior de los ascensores que suben y bajan. Cómo decía antes se juntan tantas nacionalidades, que subir en ascensor parece un chiste.
Después de instalarnos, decidimos dar un paseo por Kowloon que es el sur de la península. Salir de la Chumking Mansion al mundo exterior, fue un contraste: rascacielos que se alzaban imponentes, coches de lujo que ni siquiera conocíamos, tiendas de todas las marcas caras con el aire acondicionado al máximo… Hong Kong, Hong Kong.

Después de comer unos deliciosos dim sum (son como unas empanadillas de masa blanda y jugosas por dentro), paseamos por el Star Garden, que dedica a los célebres chinos, su paseo de la fama particular.
Nos quedamos sin ver el Museo de Historia al confundirlo con el de Ciencias, que estaba al lado. Pero nos contentamos jugando y experimentando en este museo interactivo, junto con los niños que iban de exposición en exposición tocándolo todo como si de hormigas buscando el camino se tratase. 

Al caer el día, fuimos al Victoria Harbour para ir tomando posición para ver el espectáculo de luces y música. Ya era de noche y enfrente nuestro, los rascacielos de la isla de Hong Kong, se vestían de gala con sus trajes de luces, orgullosos de su presencia.
Empezaba el espectáculo y a los 5 minutos, imitando al claxón de los coches, la megafonía quedó muda y nos tocó ver el insipido espectáculo sin música ni voz.
Para olvidarnos del chafón fuimos a Temple Street, conocida por su mercado nocturno, que como Chumkig Mansion tiene de todo, excepto el mix de nacionalidades: karaokes, adivinos, ropa, accesorios para el móvil, cuadros…

Al día siguiente cogíamos el mítico Star Ferry rumbo a la isla.
Hong Kong, Hong Kong recordaba un poco a la gran manzana. Eso sí en cuanto a relieve del terreno gana de goleada, es por eso que abundan las escaleras mecánicas en medio de la calle para evitar a sus transeúntes, sudar demasiado. Comenzamos en la tranquilidad del templo de Man Mo, que fue clave en el pasado de la isla cuando convivían colonos británicos y lugareños, separados por la “frontera” de Aberdeen Street.
No pudimos resistir volver a comer dim sum para olvidarnos del calor que abrasaba las calles. 
Hicimos la digestión dando un largo paseo por el Hong Kong Park, con sus lagos, cascadas, un aviario y 8 Hectáreas, que en definitiva dan para mucho; y acabamos el paseo poniéndonos en cola para subir al Victoria Peak.
Esta montaña de unos 500 metros, vigila Hong Kong desde lo alto, de día y de noche sin descanso. Los visitantes le podemos hacer compañía durante un buen rato; después de hacer una cola que ni las del Dragon Khan, para subir en el funicular.
Subimos al icónico funicular, tras dos horas de espera, y vimos como no era un mero transporte, sino que hacía las veces de show: sube en un ángulo tan acentuado que la gente que va de pie, se tiene que agarrar. Permitidme la exageración, pero a tramos se confundía con un ascensor de lo vertical que se ponía. Obviamente los gritos de asombro y las risas, algunas nerviosas, hacían de música ambiente

Arriba las vistas eran espectaculares. Hong Kong, Hong Kong.
La isla no dormía y parecía reviscolar después del día tan caluroso que habíamos sufrido, como si se hubiese puesto aftersun, echado la siesta y ya estuviera preparada para la fiesta. La gente se amontonaba y era difícil hacer fotos sin sacar a otras personas. El silencio que reinaba desde las alturas de aquel mirador, solo era roto por el sonido de las cámaras empeñadas en inmortalizar esa postal nocturna.
Entrada la noche volvíamos a hacer cola para volver a Kowloon, revivir los chistes de de ascensor y descansar.
Un escritor dijo de esta isla:”Es un espejismo de Manhatan emergiendo del mar de China”
(El apoteosis final de la canción de Frank Sinatra cierra estas líneas) 
It´s up to you Hong Kong, Hong Kooooong!.

5 comentarios:

  1. Guau que maravilla...genial. me ha encantado. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias tía! Prepárate que dejamos la ciudad en la próxima entrada!

      Eliminar
  2. Muy real y ajustada a lo que vivimos mamá y yo en Hong Kong. Besos.

    ResponderEliminar
  3. Respuestas
    1. Gracias papá, la próxima vez ya sabéis dónde alojaros!La Chunking Mansion vale la pena,jajaja

      Eliminar