jueves, 8 de agosto de 2013

Tú a Munich y yo a Düsseldorf



En esta ocasi
ón la aventura no transcurre en USA sino en Asia. Volvemos cinco años después de Turquía para conocer Birmania, Bangkok, Vietnam y de rebote Abu Dabhi. Este viaje comienza en dos direcciones diferentes pero con idéntico origen y destino. Como en un principio el viaje lo iba a hacer sólo Enrique compramos los billetes por separado, por lo que las escalas eran diferentes, pero para los dos era dificil conseguir todo con éxito porque las mochilas nos las facturaban sólo hasta Abu Dabhi.

Enrique (Madrid-Düsseldorf-Abu Dabhi):

En mi caso, una vez nos dividimos en Madrid tenía que recoger la mochila, volver a facturarla y pasar el control de seguridad en 1h y 20 de escala. Por suerte en Düsseldorf expliqué la situación (ya que estuve allí desde las 20h hasta las 11h) y consiguieron arreglármelo para que la mochila fuese directa a Bangkok.

En los aeropuertos, uno puede encontrarse cualquier cosa, desde hippies embarcando descalzos hasta una família de chinos hablando entre ellos con acento mejicano. La ciudad de tránsito por excelencia lo tiene todo. Y cuando se tienen quince horas de espera, más vale estar atento a esos pequeños detalles para hacerla más corta, pues el aeropuerto da de tregua para dormir de 23h a 4h. Pasado este tiempo es admirable aquel que pueda dormir más de 30 min. seguidos entre el ajetreo de los pasajeros y la voz familiar que anuncia tu "gate number". El tiempo pasó, aunque lento  y cogí el vuelo a Abu Dabhi donde esperaba encontrarme con Pablo.

Pablo (Madrid-Munich-Abu Dabhi):

Mi problema era el de llegar a Abu Dabhi sin perder el avión. Hacía escala de 50 minutos en Munich y durante este tiempo, tenía que sacar la tarjeta de embarque. Para que tuviese más gracia, el avión de Madrid se retrasó 30 min, por lo que pisé el aeropuerto de Munich, ya corriendo. Las prisas y el destino, me presentaron a Iakes y a Inmanol, dos vascos que corrían mi misma suerte y con los que compartí carrera por el desértico aeropuerto. Al final todo salió bien y embarcamos a tiempo.
Una vez llegados a Abu Dabhi, me encontré de nuevo con Iakes e Inmanol y como teníamos por delante 14 horas de espera, unimos fuerzas y nos fuimos de visita por la ciudad.
Todo habría pasado sin complicaciones (y para qué negarlo, sin gracia alguna), de no ser porque nos encontrábamos en pleno mes de Ramadán y además en Agosto. Las fechas nos regalaron 40 grados de mínima durante el día, llegando a sufrir 48 grados a la hora de comer. El Ramadán hizo que estuviese prohibido fumar, comer y beber en público. Lo cual aceptamos de primeras. Pero se convirtió en un suplicio conforme pasaban las horas y el sol aumentaba el termómetro, escupiéndonos luz sin sombra.
Nos bañamos en una playa que parecía abandonada de no haber sido por la presencia de unos cuantos socorristas. Allí pecamos por primera vez, gozando de un bocata, mientras nos bañabamos en el agua tibia. Fuera, se podían freir huevos en la arena.
Pero el momento álgido sin duda, fue sobre las 14h, cuando los 48 grados nos abrazaban la piel, sofocándonos hasta la desesperación. Buscamos, como quien busca un oasis, el frescor del aire acondicionado y fuimos a parar a un centro comercial, donde preguntamos cómo conseguir agua. Su respuesta fue que si nos pillaba la policía nos podíamos meter en lios.
Nunca beber agua me había parecido un acto vandálico, pero la escena de los tres escondidos en un callejón, bebiendo como si de la droga más illegal se tratase, habría hecho reirse al mismísimo Alá.

Reencuentro (Abu Dabhi-Bangkok-Yangon):

Y por fin nos reencontramos en la puerta de embarque de Bangkok, donde llegamos con una hora de retraso pero varias de sueño acumulado. Allí nos despedimos de Iakes y de Inmanol, nos deseamos suerte en nuestros respectivos viajes y cogimos un bus que nos llevaba directos al aeropuerto desde donde volamos a Yangon, una de las grandes ciudades de Birmania (Myanmar). 
En la salida nos esperaba uno de los trabajadores del hostal, donde nos encontramos ahora, con un cartelito que nos daba la bienvenida.



3 comentarios:

  1. Os sigo desde la aldea d Cedrillas.... suerteeee!!enjoy!;-)

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  2. Me encantan los trabajadores de hostal con cartelito. Ánimo señores :D

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  3. ¡Qué bien escriben mis hijos! (Dijo la madre que os parió y corroboró el padre que os engendró) al leer el blog.
    Lo hemos leído hoy a mediodía, estando en Vitoria. Ahora descansando en el hotel. Seguid escribiendo y cuidaos mucho. Besos

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