viernes, 23 de agosto de 2013

Good morning Vietnam!! (Saigon-Can Tho-Saigon)


La llegada a Vietnam, como la llegada a cualquier otro país requiso de un periodo de adaptación. Hay que conocer la moneda, los precios, las costumbres, si se regatea o no, sus gestos, los olores, los sabores, algo del idioma (aunque sea un "gracias"...). 

Tal cual llegamos al país ya trataron de timarnos con el cambio de moneda en el aeropuerto, ahí estuvimos avispados, pero lo consiguieron (y de pleno) clavándonos un taxi hasta la estación de buses con el taxímetro trucado. Quién diría que la máquina que siempre parece ser objetiva sería peor opción que el regateo...

Los vietnamitas tienen poco que ver con los birmanos. Por las calles la moda de las mascarillas es omnipresente; las motos inundan los carriles, hay tantas que recuerda al momento en que  las viejas concentraciones de motos salían de la mascletà  a un mismo tiempo; el regateo es más agresivo, en ningún momento parece que disfruten negociar los precios; su inglés es aún peor si cabe y cuando hablan recuerda la voz de los furbies.

El caso es que el primer día lo dedicamos a bajar aún más al sur, hasta Can Tho, uno de los pueblos que están en la zona del delta del Mekong. El viaje fue adaptación en vena. Qué mejor forma de empezar a vivir con los vietnamitas que meternos en un minibus tres horas, rodeados de locales y enlatados en unos asientos cuyo espacio para las piernas era el mismo que cuando la persona que tienes delante reclina su asiento a tope. Para colmo, si quedaba el consuelo de sacar los pies al pasillo, pronto las mochilas ocuparon ese lugar.


Al llegar al pueblo sólo tuvimos tiempo para ver atardecer en el Mekong y pasear por el mercado donde nos encontramos con un texano de 67 años que estaba desesperado por encontrar a alguien que hablase inglés y que estaba haciendo la vuelta al mundo en 6 meses; un personaje que se había leído el Quijote tres veces.


Al día siguiente vino a recogernos a las 5,30h nuestra barquera, una mujer que nos llevó durante toda la mañana por el río para que pudiésemos ver al amanecer cómo los lugareños venden frutas y verduras en el mercado flotante que se monta en el río y además nos acercamos a tierra para ver cómo se hacen los tallarines de arroz. 

La mujer hablaba poco inglés pero su humor era parecido, porque en un momento dado nos hizo bajar de la barca para hacernos cruzar por un puente hecho de cañas de bambú mientras con la mano nos decía riendo "bye bye" y se alejaba al otro lado.


Sobre las 12h acabó el trayecto que tenía que haber durado hasta las 13,30h pero como teníamos que llegar a Ho Chi Minh (Saigon) esa misma tarde, aceptamos el desfase horario... El bus que nos llevó hasta allí no tenía nada que ver con el anterior, pero añadió una excitante manera de salvar los baches: saltarlos y hacer volar a sus pasajeros con  él. 

Por fin pudimos coger el tren de las 19h que nos llevaría con su traqueteo suave y tras 17 horas, desde el sur hasta el centro de Vietnam (Hoi An).

1 comentario:

  1. Vaya aventura que la vuestra !!! Me gusta mucho la foto vuestra con las sombras. Seguid disfrutándolo chicos y contándonoslo ! Un abrazo.

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