domingo, 18 de agosto de 2013

Cuando la ciudad duerme (Mandalay)

El trayecto a Mandalay se hace corto. El bus llega más tarde de lo previsto (como de costumbre en tierras birmanas) y a pesar de todo, una hora y cuarto antes de lo planeado al destino, lo que supone una "jodienda" siendo trayecto nocturno, pues son las 2:50h cuando llegamos y una de las cosas que ver en Mandalay es el amanecer desde Amarapura (una zona donde se encuentra el puente de teca más grande del mundo). Es decir, nuestro día empieza a las 3 de la madrugada. Pero vayamos por partes porque el día de hoy será largo...

Somos cinco (Fernando el tinerfeño, una pareja austriaca y nosotros dos), así que negociamos un taxi que nos lleve durante toda la mañana por las afueras de Mandalay que es donde están algunas de las cosas más chulas de la zona. Tras dejar las mochilas en el hostel donde descansaremos esta noche, encontrado en el quinto intento, (son las 4:30h) nos dirigimos por la dormida ciudad hacia Amarapura. 

Sobre las 5h estamos en el puente de U Bein donde recibimos al amanecer disfrutando del aire fresco que el nuevo día lanza sobre el lago. Con el sol, los birmanos salen a recorrer los 1,2 km de puente; monjes, abuelas haciendo ejercicios de estiramientos, chavales pescando, turistas buscando la foto perfecta... La vida empieza a las 6h.

Tras el desayuno nuestro conductor (que no entiende "ni papa" de inglés) nos lleva hasta el lugar donde se coge el barco para llegar a Mingun. Allí tenemos que volver a hacer tiempo porque hasta las 9h no sale, así que disfrutamos del mercado paseando como zombies vivientes por el cansancio.

Mañana volamos hacia Bangkok, por lo que hemos de aprovechar al máximo los últimos días en Myanmar, así que ya en el ferry reponemos fuerzas echando una siestecita hasta llegar a Mingun. Allí se encuentra la que sería la stupa más grande del mundo, pero se quedó inacabada y sólo puede intuirse el monstruo que no llegó a ser. El pueblo tiene poco más aparte de esto y la campana de una pieza más grande del mundo (¡sus ansias de grandeza parecen valencianas!) pero alberga los taxis más curiosos que uno pueda imaginar.

Pero permitidme rebobinar hacia adelante, saltarnos la visita a Sagaing, despedirnos de nuestros cuatro compañeros de viaje y de nuestro conductor y centrarnos en nuestro reencuentro sobre las 4 PM con los catalanes con los que hicimos el senderismo hacia el lago Inle (Noel y Utsela). Aunque parezca increíble, la manera antigua de quedar en un lugar sin móvil y esperar a que no haya habido imprevistos en la cita sigue funcionando, pero fue desconcertante porque esperando en la puerta del hotel elegido como punto de encuentro se nos acercó un trabajador y nos preguntó si habíamos quedado con dos españoles. El desconcierto vino cuando dos catalanas que no conocíamos nos preguntan si somos els bessons valencians; en seguida nos explicaron que conocieron en el lago a Noel y Utxi, los cuales aparecieron un poco más tarde, y se unían a la quedada. Disfrutamos de un atardecer nublado en lo alto de la colina de Mandalay y nos fuimos a cenar. Lo bueno viene ahora, cuando nos fuimos a tomar unas cervezas en busca de un karaoke que nunca encontramos. La búsqueda acabó en un bar birmano donde NADIE hablaba inglés y en el que acabaron haciéndose fotos con nosotros, pues probablemente eramos los primeros turistas en pisar ese bar.

De vuelta hacia nuestros respectivos hostales, Myanmar no quiso que nos despidiésemos tan pronto y nos regaló un momento sensacional. Un grupo de chavales birmanos estaba en la calle con una guitarra y cantando (ya a oscuras, pues no estamos para derrochar energía luminosa); nos acercamos y pronto nos unieron a su fiesta ofreciéndonos la guitarra. ¡Los birmanos terminaron cantando "La bamba"! Y es que donde la lengua no llega, la música y los gestos lo hacen de forma universal y compartimos nuestras últimas horas en Myanmar dando palmas y bailando con los lugareños. Parece que el destino lo tenga todo tejido, pues al fin habíamos encontrado nuestro karaoke particular birmano. Cuando nos animamos de nuevo a volver al hostel nos informaron con su inglés que "taxi no possible", así que asimilando que teníamos que volver andando (porque en Myanmar la ciudad duerme a esas horas) nos sorprendieron ofreciéndose a acercarnos en sus motos. La panda de chavales se convirtió de repente en menos de cinco minutos en una banda de moteros, cada uno con la suya, y un móvil desde el que trataban de averiguar las ubicaciones de nuestros hostales. La escena era para haberla grabado. Cada uno nos subimos en una moto birmana y surcamos las calles nocturnas de Mandalay dibujando diferentes formaciones en la carretera. Por momentos el 3-2-1 triangular se convertía en una formación en linea completamente recta ocupando toda la carretera o en un 2-2-2, lo cierto es que los pitos no dejaban de sonar mientras las ruedas giraban, el viento nos despertaba y daba alas y los motores trataban de despertar a la ciudad. Los birmanos estaban tan contentos de poder llevar cada uno a su extranjero que vacilaban orgullosos con sus bocinas cuando adelantábamos a alguna moto; y nosotros flipábamos con poder estar viviendo esa escena tan rockera. El caso es que los birmanos nos llevaron hasta la puerta de nuestros hostales y cerraron con un momento mágico nuestra estancia en el país donde los rostros se maquillan de thanaka y la amabilidad de los locales es la seña de identidad. 




5 comentarios:

  1. Hola a los dos aquí estamos tu padre y yo siguiendo vuestro viaje que nos da muchas alegrías.
    Acabo de leer a papa el último blog el de la bamba. Pues eso que os cuidéis mucho y que sigáis
    disfrutando del viaje. Besotes desde Valencia.

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  2. Pablo, da gusto leer vuestras aventuras !!!
    Que viaje mas precioso y mas único estáis viviendo, y que bien contado es. Que todo os vaya genial a los dos. Y seguiré con impaciencia y curiosidad vuestras peregrinaciones por aquellas tierras extrañas. Un abrazo a los dos. Cuidaos !

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  3. A ver si puedo insertar mi comentario. Resulta bastante difícil. Sé de varias personas que lo han intentado y no lo consiguieron. El otro día yo creí haberlo logrado (tras un buen rato) y finalmente no aparece.
    Bueno, que viajéis con seguridad (casco para las motos, etc).
    Un beso muy fuerte. ¡cuidaos!

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  4. Yo quiero q els bessons valencians me traigan un mono de esos! Que divertido!

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  5. Quique, compañero, estoy alucinadita!! Cuántos patios vamos a necesitar para q me
    cuentes más anécdotas? Qué intrépidos! Besoooos.

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