Los buses de noche en Myanmar son una mala elección si uno no quiere viajar al mismísimo Polo Norte. El aire acondicionado les parece tal lujo que abusan de él como si fuese genial estar a 12 grados a las 00h de la noche; ya lo avisaba la guía, pero siempre hay algunas páginas que se leen tarde. Esta era una de ellas. Disfrutamos de un viaje a Kalaw en camiseta y pantalones cortos (guiri way, visto lo visto) y llegamos a las 5h a la ciudad-transición por excelencia para llegar al Lago Inle haciendo senderismo. En Birmania, llegues a la hora que llegues a la estación, siempre tienes la ayuda de un lugareño que te busca alojamiento (que seguro que se lleva comisión, pero así funciona todo aquí). A las 6,30h ya teníamos decidido el plan, contrataríamos una ruta de dos días para llegar al Lago. Así que tras dos horas de espera nos metimos en un coche estilo pick-up (que nos acercó hasta el lugar donde empezaba la caminata) donde conocimos a Utxi y Noel, una pareja de amigos que compartió con nosotros los dos días de caminata y a Krishna, nuestro guía de 20 años.
Las estafas se hacen más llevaderas con paisanos cerca; así, el primer día pudimos reírnos cuando las bebidas que estaban en la mesa donde nos daban de comer se convirtieron en bebidas-no-incluidas-en-el- precio-de-la-caminata; fue entonces cuando el "everything included, no problem" comenzó a tener nuevas acepciones... El oasis se hizo rápidamente cebo claro, cuando nos levantábamos de la siesta para volver a andar. Pero no quedó ahí la cosa. En los monasterios uno debe entrar descalzo y en esta casa también tuvimos que dejar en la puerta los zapatos y calcetines, así que fue todo un broche el hecho de que los perros hubieran estado disfrutando abajo del banquete de nuestros calcetines y los hubiesen destrozado.
A partir de entonces, quizás a la media hora, empezó a llover y los arrozales trabajados con bueyes se convirtieron en lodazales esperando zamparse completamente nuestras botas. La llegada al monasterio donde dormimos fue divertida y Krishna nos enseñó mil y una plantas con infinitos usos medicinales o lúdicos, como una especie de enredadera cuya hoja al romperla y utilizar bien su leche permite hacer pompas "de jabón".
Pasamos la noche en el monasterio, después de una ducha "a cacerolazos", donde el guía nos explicó el conflicto que hay ahora en el oeste, en la zona de Mrauk U (entre musulmanes de Bangladesh y monjes birmanos), algunas curiosidades del hinduismo (cuya religión practica) o la situación del país. Lo gracioso es que en el monasterio no había ningún monje porque por lo visto este había sufrido una hemiplejia. ¿Coincidencia o parte de la estafa? Quizás disfrutamos de una noche "okupa" en un monasterio abandonado. Quién sabe, cuando uno viaja siempre queda la duda.
Al día siguiente llegamos al lago, donde una barquita-canoa nos llevó después de las paradas de rigor por tiendas de turistas (entre las que estaba una de las de las mujeres de la tribu que se enrolla anillos en el cuello). El paseo fue agradable, pero lo cierto es que vimos poco del Lago en sí, pues una tormenta nos pilló en medio, así que tuvimos que cubrirnos con el escudo de un paraguas que no permitía que el agua nos convirtiese en parte del lago.
Al llegar al destino tuvimos que despedirnos de nuestros compañeros de viaje, con la promesa de volver a coincidir juntos en Mandalay (última visita en Myanmar). Utxi y Noel se fueron en busca de hotel y nosotros dos fuimos hacia la estación de buses, donde nos esperaba un nuevo "congelador móvil" con vídeos de karaoke birmanos sin descanso...
A partir de entonces, quizás a la media hora, empezó a llover y los arrozales trabajados con bueyes se convirtieron en lodazales esperando zamparse completamente nuestras botas. La llegada al monasterio donde dormimos fue divertida y Krishna nos enseñó mil y una plantas con infinitos usos medicinales o lúdicos, como una especie de enredadera cuya hoja al romperla y utilizar bien su leche permite hacer pompas "de jabón".
Pasamos la noche en el monasterio, después de una ducha "a cacerolazos", donde el guía nos explicó el conflicto que hay ahora en el oeste, en la zona de Mrauk U (entre musulmanes de Bangladesh y monjes birmanos), algunas curiosidades del hinduismo (cuya religión practica) o la situación del país. Lo gracioso es que en el monasterio no había ningún monje porque por lo visto este había sufrido una hemiplejia. ¿Coincidencia o parte de la estafa? Quizás disfrutamos de una noche "okupa" en un monasterio abandonado. Quién sabe, cuando uno viaja siempre queda la duda.
Al día siguiente llegamos al lago, donde una barquita-canoa nos llevó después de las paradas de rigor por tiendas de turistas (entre las que estaba una de las de las mujeres de la tribu que se enrolla anillos en el cuello). El paseo fue agradable, pero lo cierto es que vimos poco del Lago en sí, pues una tormenta nos pilló en medio, así que tuvimos que cubrirnos con el escudo de un paraguas que no permitía que el agua nos convirtiese en parte del lago.
Al llegar al destino tuvimos que despedirnos de nuestros compañeros de viaje, con la promesa de volver a coincidir juntos en Mandalay (última visita en Myanmar). Utxi y Noel se fueron en busca de hotel y nosotros dos fuimos hacia la estación de buses, donde nos esperaba un nuevo "congelador móvil" con vídeos de karaoke birmanos sin descanso...
P.D. Gracias a todos los que nos escribís. A pesar de que esto vaya lentísimo y no tengamos tiempo para contestaros a todos nos animáis mucho. ¡Besos y abrazos!
Ya que este veranito salgo poco de la cama, me encanta viajar con vosotros a través de vuestro blog!
ResponderEliminarAspai en les serps!!
Besitos Vioscas!!