domingo, 28 de agosto de 2011

Hacia rutas salvajes (Los Angeles-Portland)


Despertamos en Los Angeles con nuestro nuevo pura sangre negro esperándonos aparcado. Teníamos un día para visitar la ciudad, así que nos ceñimos a ver Santa Mónica, Beverly Hills y como no, Hollywood.
Paseamos por Santa Mónica, buscamos infructuosamente famosos que fueran de compras por la zona de Rodeo Drive (la calle donde están todas las grandes marcas) y llegamos a la ciudad-Meca del cine.
Aquí llegaron y siguen llegando, actores y actrices con ganas de encontrar la fama y el reconocimiento en la industria del celuloide; y aquí venimos nosotros, en busca de ese halo de cine que se respira en esta ciudad de Los Angeles; pero la verdad que después de tantas expectativas puestas, nos decepciona un poco y nos damos cuenta de que, a no ser que se visiten los estudios, lo que tiene este lugar es el eco de su nombre.

La avenida principal, Hollywood Boulevard es la que alberga las famosas baldosas que cubren este paseo con nombres de estrellas de la música, el cine, la radio y la televisión. El Hollywood Museum, a pesar de ser interesante para unos cinéfagos como nosotros, se limita a ser una colección de vestuario y objetos originales utilizados en series y películas clásicas o míticas.

En el Kodak Theatre, donde se celebra la gala de los Oscar, hay un mirador al famoso signo de la colina, pero la señal está muy lejos y nos quedamos con las ganas de hacernos una foto en condiciones; al lado, está el Chinese Theatre, donde se encuentran las conocidas baldosas con las huellas en el cemento de manos y pies de diferentes celebridades.

Todo esto, hace que Hollywood tenga algo curioso, y es que aquí el turista en vez de pasear mirando hacia arriba como en Nueva York, mira hacia abajo todo el rato, buscando la estrella o las pisadas de su actor o actriz favorita.

Para salir de Los Angeles cogimos la Mulholland Drive (una carretera que une Hollywood con Malibú) siguiendo los pasos de la película de David Lynch, y nos encontramos con unas vistas increíbles de L.A.
Al ser de noche, llamaban la atención los aviones, que parecían pequeñas luciérnagas en busca de un lugar donde posarse, consiguiendo que mereciese la pena la parada.

Y empezamos con el laaargo viaje en el que aún seguimos; de Los Angeles a Vancouver, subiendo por las costas de California, Oregón y Washington.

El primer día llegamos hasta San Francisco (un poco más allá). Hicimos varias paradas, porque la costa californiana es increíble; especialmente la carretera por la que condujimos, llamada Pacific Coast Highway o Highway 1.
Esta carretera serpentea acercándose y alejándose del océano, jugando por encima de los acantilados con los coches que la recorren.

La parada más chula fue la del “Julia Pfeiffer Burns State Park”, una catarata que muere directamente en el mar, cansada de tanto viaje. Los paisajes parecen sacados de Jurassic Park o de una de esas islas desiertas en la que uno desearía naufragar.

El caso es que desgraciadamente nos pilló la niebla y no pudimos aprovechar las vistas de las últimas horas del día; aunque en cierto modo, le daba un aire fantasmagórico al paisaje que tenia su gracia…
Ya de noche, con la misma niebla, entramos en San Francisco; atravesando el Golden Gate por la 101 y escuchando la canción de Revolver que toma el nombre de esta ciudad.

Hoy hemos hecho el tramo más largo por el momento; casi 600 millas en un día. Dejamos atrás California y hemos entrado en Oregón por la Highway 5; pues es más rápida y el tramo de la 101 por este estado no es tan chulo como el anterior.

El único desvío ha sido para disfrutar del lago que se ha creado en un cráter, formado por una antigua erupción volcánica, que ahora es Parque Nacional. Es como si este trozo de la Tierra hubiese decidido hacerse una piscinita; con su isla incluida para los que se cansen de nadar. Otra pasada más de la naturaleza americana…

La oscuridad ha ido absorbiendo poco a poco la luz como cada tarde y el agujero negro diario del ocaso nos ha robado las vistas; así que hemos buscado un lugar para descansar, que mañana volvemos a la costa por la 101 y promete ser igual de impresionante que el tramo californiano.

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