viernes, 5 de agosto de 2011

América y “lo real maravilloso” (Amarillo-Taos)

Tras nuestra primera acampada, nos dirigimos hacia Amarillo; donde, a mitad camino, un hombre decidió plantar (sin exagerar) una colección de Cadillacs en medio del desierto, al lado de la carretera; que ahora sirven como murales para los visitantes que llegan con ganas de dejar su huella ‘artística’. No hizo falta que fuésemos preparados para ello, pues ahí mismo en el suelo, había una colección de diferentes colores de spray para servirse (de otros visitantes que se cansaron previamente de probar el arte de Banksy).
Nos pusimos manos a la obra y decidimos hacer nuestros pinitos como ‘graffiteros legales’. Nos lo pasamos como enanos dibujando sobre los viejos Cadillacs…

Esta es una de las típicas extravagancias norteamericanas: algo que llame la atención y que atraiga al público; si puede ser a lo grande, mejor.


No contentos con haber cubierto el cupo de lo raro por día, nos dirigimos hacia Roswell, Nuevo México (Para unos fanáticos de Expediente X como nosotros, era una debilidad que teníamos que satisfacer).
Según las teorías conspiratorias, aquí se produjo un aterrizaje espacial y extraterrestre que los militares estadounidenses quisieron encubrir (según Mulder y Scully y algunos lugareños, existía además una autopsia grabada por el gobierno hecha a uno de los tripulantes del OVNI).

Pero no basta con la historia. En esta ciudad, hay dos museos que cuentan la teoría con datos (imágenes, recortes de periódico, etc.) de lo que supuestamente pasó en realidad; además de estar llena de tiendas de souvenirs de otros planetas y de farolas con ojos alienígenas. Muy divertido.
Si ocurrió o no, sólo el Tío Sam lo sabe… La verdad esta ahí fuera. Lo cierto es que al menos en esta ciudad, los alienígenas se han instalado desde entonces… Si alguien encuentra a Gurb, que avise.

Esta mañana hemos visitado las White Sands (un terreno de dunas de yeso que son parque nacional y se encuentra casi en la frontera con Méjico). Increíble. Poco a poco, nos íbamos adentrando con el coche hacia un desierto de dunas blancas que rodeaban todo aquello que la mirada alcanzaba. Nuestro Dodge parecía camuflarse (como los animales que viven aquí) de cualquier depredador que quisiese entorpecer su camino. Y tras tanta fantasía hecha realidad, ya no sabíamos si era nuestro coche el que se adaptaba al terreno o eran las dunas las que se vestían del color de nuestra casa itinerante...

Para rematar el día, hemos llegado a nuestro destino (Taos) con suficiente tiempo como para encontrar un hostal en el que existía la opción de dormir en tipis (las típicas tiendas de los indios americanos). Evidentemente, esta noche dormiremos en uno de ellos. Ya os contaremos qué tal la experiencia.

                                                Besos y abrazos!

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