jueves, 14 de abril de 2022

Brindemos que hoy es siempre todavía (Clare Vale – Barossa Vale – Cape Jervis)

La cosa hoy va de vinos, porque para los que no lo sepan en Australia también se hace buen vino y en el estado de South Australia hay dos valles conocidos internacionalmente: Barossa Vale y McLaren Vale. Ambos cerca de la ciudad de Adelaide.

Salimos de Mildura a una hora prudente con la idea de llegar a Adelaide dando una vuelta más grande para recorrer una carretera que parecía merecer la pena. Cosas del destino, yendo de camino, vimos por algún lado que había un Riesling Trail. Para quien no lo sepa, la Riesling es una variedad de uva y asumimos que sería un camino rodeado de bodegas. Como íbamos bien de tiempo, decidimos investigar un poco y acabamos en Clare Vale. Región vinícola bastante conocida en Australia aunque menos popular que las anteriormente mencionadas.

Una vez en la población de Clare, un hombre se acercó a nosotros y nos aconsejó que fuéramos al centro de información a por un mapa. De paso nos indicó un par de bodegas buenas. Conseguido el mapa, la campervan sedienta de vino, echó a rodar por los caminos adornados por viñedos a ambos lados de la carretera.

La primera parada fue en la bodega favorita del hombre que nos acababa de aconsejar: Sussex Squire; una bodega pequeñita y familiar pero con muy buenas críticas. Nos recibió el enólogo y cuando le dijimos que queríamos hacer una visita o una cata, sacó una hoja como si fuera el menú de un restaurante y nos pidió que le dijéramos qué vinos queríamos probar. Las proporciones que servían eran muy pequeñas y como además compartíamos copa, no había peligro de acabar intoxicado y no poder conducir. Además, como tenemos entrenamiento, las irrisorias cantidades, eran suficiente para permitirnos catar en condiciones y hacernos una idea de los vinos. El enólogo nos iba preguntando y contando cosas de los vinos y cuando le dijimos que queríamos comprar una botella pero que no sabíamos cuál, nos puso uno fuera de carta para probar. La verdad es que tenía el “savoir faire” y todo lo que probamos estaba rico. Por 10 dólares australianos (Unos 7 euros al cambio), probamos unos 5 vinos diferentes. Nos aconsejó que dedicáramos tiempo a Clare Vale porque en McLaren o Barossa no serían tan cercanos. Aunque es cierto que parece que en Clare Vale las bodegas son más familiares, el tiempo demostraría que la cercanía de las bodegas, parece ser algo inherente al vino.

La siguiente parada fue en la bodega Seven Hills, antigua bodega de los jesuitas construida en 1851. Aquí la cata fue más impersonal y los vinos nos gustaron menos. Nos dirigimos a Mintaro, pueblo que alberga la mansión Martindale Hall, una casa de estilo georgiano construida en 1880 además, obviamente de más bodegas. Por precaución no hicimos catas aquí, visitamos la mansión, compramos una botella en “Mintaro Wines” y continuamos el camino hacia Adelaide donde nos quedamos a dormir.

Amaneció un tanto nublado, y nos dirigimos en primer lugar a la ciudad para ver en la oficina de turismo si podíamos ir al día siguiente a la Kangaroo Island. Adelaide es una metrópoli moderna con edificios altos que a nuestros ojos, parecía más europea que Sydney y que no se avergüenza de su cara más tradicional. Tiene varias iglesias en pleno centro y edificios bajos y sobrios, que no pegan tanto con la modernidad de los rascacielos. Al menos eso podría pensar mucha gente. Lo cierto es que modernidad y conservadurismo, casan a la perfección en los edificios y le da un toque diferente a la ciudad.

Aclarado el día siguiente, nos fuimos hacia Barossa Vale y conforme nos acercábamos, el sol comenzó a bañar las viñas con sus rayos. Aquí es otoño y las viñas estaban vestidas de rojos, marrones y verdes en un collage de colores digno de cuadro. Esas plantas multicolor, son las responsables de crear una de las bebidas más antiguas y veneradas de la historia de la humanidad: el vino.

Una de las muchas cosas bonitas del vino es que te ayuda a hacer mindfulness. Cuando se cata, se ponen los cinco sentidos en detectar aromas, texturas y sensaciones. Para ello es necesario estar concentrado en el proceso de cata e inevitablemente te ancla el presente.


Comenzamos las visitas enológicas en la conocida bodega Penfolds y allí conocimos a Vicky, que trabajaba de camarera. Vicky es una mujer risueña con la sonrisa permanente y entrada en felicidad. Es autóctona de Adelaide pero ha vivido en Irlanda y le encanta Europa, por lo que tarda poco en darnos conversación.

Entre vino y vino, nos pregunta por nosotros, nos comenta del vino que ha servido y de cómo se ha conseguido que sepa como sabe. Decidimos pagar el extra y probar el Grange: el buque insignia de la bodega. Un vinazo que roza los 1000 euros por botella. Ni qué decir tiene que nosotros no pagamos ese precio, ni siquiera un 5%. Tras nuestro momento de gloria, columpiándonos en el momento presente, Vicky nos dio consejos de bodegas que valían la pena tanto en Barossa como en McLaren. La siguiente visita que nos proponía era la bodega en la que trabaja su marido Andy.

Paramos en Torbreck, en un enclave espectacular, y al abrir la puerta de la “Cellar Door” nos recibe un camarero llamado Andrew. En el momento que le preguntó si es el marido de Vicky, su mirada se enciende y es incapaz de quedarse callado.

 

- ¿Pensáis que yo habló mucho? Ya veréis si conocéis a Andy - dijo Vicky. Qué razón tenía.

Andy nos va sirviendo los vinos mientras nos habla de sus características y lo entremezcla con su historia con Vicky o su viaje de novios. Todos los vinos son espectaculares. Tienen un perfil más moderno que busca la fruta sobre la presencia de la madera.

Al igual que Vicky, Andy nos pone vinos fuera de carta “Es una ocasión especial” dice. Nos pasa a la parte de detrás donde se exhiben los vinos más top y no nos cobra la cata porque compramos una botella. “Nadie se va a enterar” se excusa.

Dándole las gracias, decidimos cerrar el día de catas y nos dirigimos hacia Cape Jervis, el extremo más occidental de la península de Fleurieu. Aunque las cantidades servidas en las catas son mínimas, preferíamos disfrutar tranquilamente con la Campervan aparcada así que hicimos una última parada para comprar en otra de las bodegas recomendadas por Vicky y dejamos que el sol acariciara las viñas de Barossa, antes de irse a dormir. Las viñas, culpables de producir la pócima que consigue parar el tiempo en el aquí, 

y


 AHORA

2 comentarios:

  1. Guau...tengo resaca de probar tantos vinos, aunque sea poca la cantidad, yo con poco vino tengo más q suficiente.
    Estaba claro q si habían viñas y hacían vimos...íbamos a verlas...jaja.
    Disfrutar mucho. Un súper abrazo.
    Feliz sábado santo.

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  2. ......Si el vino viene, viene la vida, vengo a tu viña tierra querida......
    Sin pretender ser tan experto en vino, lo que es cierto es que todos los vinos (Buenos), cuando pasan por el paladar
    Te trasladan a otros lugares más o menos lejanos.
    Bonita experiencia, tanta cata junta,
    A ver si vais preparando la próximo cata "Viosca".
    Disfrutar para compartir.
    Besos.




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