viernes, 8 de agosto de 2014

Abroad, sweet abroad (Valencia-Zagreb)

Zagreb relaja, tiene la rutina del hogar y de la acogida, la esencia del día a día que carece de aventuras pero es cálida y reconfortante. Todas las ciudades guardan diferentes caras para cada uno, según experiencias. Probablemente Zagreb sea una ciudad que ofrece noche y fiesta para el turista joven, pero para nosotros, desde hace unos ocho años es la ciudad de encuentro con nuestra familia croata (que ha crecido en este tiempo, de cuatro a seis miembros: Breza, Bero, Noa, Robin, Iskra e Istok); uno de esos "cien motivos que valen la pena".


El primer día fue la llegada por la noche, después de un largo viaje con escalas en Barcelona (con bus) y en Frankfurt (con avión). Llegamos a Croacia sin planes cerrados de viaje, esperando poner en común calendarios con Breza y Bero; así que tras el reencuentro y la recogida en el aeropuerto por parte de Bero y los dos mayores (Noa y Robin), y tras cantar en su coche como hace años "Smak svita", de TBF, escuchamos algunas de las propuestas de Bero para estas semanas.

Al día siguiente pasamos el día con ellos y conocimos a nuestros nuevos "hermanos croatas": al pequeño Istok (que significa "Este") y a la princesa de la casa Iskra (que significa "Chispa"); tras la vuelta del parque, perfilamos un poco más "la hoja de ruta": Al día siguiente visitaríamos Zagreb y el fin de semana nos prestarían el coche de Breza para viajar a la zona de Istria. 

Así que el tercer día fue el momento de ponerse al día en historia y cultura croata; volvimos a pasear por las calles de la Ciudad Alta, donde empezó la ciudad. Zagreb fue en un principio la unión de otras dos comunidades (Kaptol y Gradec). Kaptol estaba en una colina y era gobernada por el obispado y Gradec estaba en otra colina y era una monarquía. Estas dos poblaciones tenían una gran rivalidad que en ocasiones desembocó en violencia. Sólo se aunaban tres veces al año por motivos comerciales, para celebrar las ferias (porque eran de interés económico para las dos); y precisamente por un interés común, surgió la ciudad de Zagreb: Toda la región estaba ocupada por los otomanos excepto dos pequeñas poblaciones de irreductibles galos, perdón, croatas, Kaptol y Gradec, que decidieron hacerse más fuertes tragándose sus propios rencores para no pasar a formar parte del gran Imperio. Del recuerdo de esta época destaca la Catedral de Kaptol y sus murallas; también merece la pena disfrutar de la Iglesia de San Marcos, guardada del sol y la lluvia por un puzzle gigante cuyas piezas de teja coloridas forman los escudos de Croacia, Dalmacia y Eslavonia. 


Acabamos el día, pasando la tarde de charreta con Breza y Bero que nos dieron clases de política histórica sobre sus visiones del conflicto yugoslavo. ¡Quién diga que viajando no se aprende es porque nunca lo ha hecho!


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