lunes, 2 de septiembre de 2013

La ciudad mayúscula (Bangkok-Dubai-Düsseldorf/Frankfurt-Madrid)

El viaje llegaba a su fin y con una traca final de desplazamientos, como cualquier valenciano esperaría. En Bangkok, donde los monjes volvían a tener priority seat, pasamos únicamente la noche, siendo víctimas del mareo que nos producía el cambio de moneda; así, la habitación que conseguimos orgullosos por cuatro dólares resultó ser de 40!! lo cuál en Tailandia son palabras mayores para un alojamiento. Descansamos lo poco que nos restó de tiempo tras cenar y dar un paseo por el mercado, ¡menudo descanso en una cama "de verdad"!, y despedimos Bangkok amaneciendo en un taxi camino del aeropuerto. 

El siguiente destino fue Abu Dhabi, donde un autobús nos llevó hasta Dubai; allí nos esperaba nuestro primo Diego sufriendo el calor sofocante y desértico que según nos dijo estaba "rebajado" estos días.

La visita de ocho horas a la ciudad empezó en un ferry que nos acercó un poquito al hotel más lujoso del mundo (de 7 estrellas inventadas exclusivamente para la ocasión) y a algunos de los edificios más impresionantes cuyas formas desafían tanto las leyes naturales que han tenido que parar varias veces su construcción. La isla en forma de palmera creada artificialmente estuvo frente a nuestras miradas pero la forma tuvimos que adivinarla pues la figura sólo puede verse desde arriba.

Entre el paseo por los frescos oasis de los centros comerciales y todas las anécdotas que nos contó Diego sobre la cultura y su trabajo como azafato de vuelo de Emirates se nos echó encima el tiempo, y viendo desde el metro el edificio más alto del mundo (el Burj Khalifa) llegamos al mercado de oro, donde el brillo del lujo nos rodeó mientras la luz caía. No hay nada como que te acoja alguien de la familia; un placer.

Acabamos el día disfrutando del centro comercial más grande del mundo (aquí todo se hace con mayúsculas) que alberga una pista de hielo y un acuario gigante y descansando con el espectáculo de agua, luces y sonido que se hace a los pies del Burj Khalifa. 


Dubai es una mezcla árabe-internacional (nos sorprendió ver más rostros occidentales que orientales); es una ciudad-temática rodeada de lujos y locuras que sólo pueden gestarse en la imparable mente de jeques que sueñan con dejar huella en la historia. Sin duda levantar la vista para ver dónde acaba el Burj Khalifa y tratar de calibrar la distancia real es una pasada.

Nuestra despedida acabó con los tres corriendo por los pasillos del centro comercial (damos fe de que es el más grande...) para no perder el bus que nos llevaba al aeropuerto de vuelta a Abu Dabhi. Lo perdimos... ¡Menos mal que los taxis son baratos!

Y así acababa nuestra aventura, alargada unas horas más hasta llegar a Valencia, pero con poco más que destacar. Ya volvíamos a casa.

Ahora queda empezar a pensar en el siguiente y seguir aprendiendo; al fin y al cabo (y robándole unos versos a Ismael Serrano) si se viaja es "para recordar que aún seguimos vivos; si no ves más allá de tu horizonte, estaremos perdidos".


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