sábado, 11 de abril de 2015

Las raíces de Senegal (Dakar)

El kapok tree o fromager es un árbol majestuoso, un dinosaurio de la naturaleza; no sólo por su longevidad, sino por las figuras que forman sus raíces, gruesas y alargadas; cuando uno las observa, no puede evitar sino recordar aquel momento en Jurassic Park en que el brontosaurio se levantaba a dos patas para alimentarse de las hojas de la copa. Las raíces del fromager dibujan complicados y laberínticos caminos hacia un mismo tronco central; Senegal es como estos árboles, con sus múltiples etnias que forman en conjunto una cultura nacional mixta y rica.

El penúltimo día de nuestro viaje nos permitió estrenarnos en algunos de los típicos medios de transporte que nos faltaba: el clando (un taxi no oficial que hace un pequeño recorrido ya fijado), el car rapid (un minibus decorado sobre todo de amarillo y azul que nos dejó asombrados al comprobar cómo puede albergar a más de 20 pasajeros), y el bus. La variada combinación de transportes nos llevó hasta el Lago Rosa.

El Lago Rosa, famoso por ser la antigua meta del Rally Paris-Dakar, alberga unas cianobacterias que, dada la salinidad del mismo, visten de rojo o rosa al lago (según los rayos del sol) en los días de viento principalmente. La razón de que sea los días de viento es que al evaporarse mayor cantidad de agua, crece la salinidad del mismo y por tanto, su color característico que embellece el paisaje de dunas que lo rodean separándolo del mar.

El viento además consigue que con su efecto y el de las pocas olas se forme en la orilla una espuma saladísima que crea un mayor contraste de colores aún si cabe. Debido a la cantidad de sal diluida, el lago da trabajo a muchas personas que se acercan a recoger toneladas de ella.


A las 21h habíamos quedado con Famaga para invitarle a cenar, como agradecimiento por su ayuda. Apareció puntual pues pretendía coger (y lo hizo) un sept place de vuelta a Ziguinchor a la una de la mañana. En la cena no faltaron las invitaciones a crear proyectos de los que sacar beneficios; ya fuera una ONG, o invertir en construcción en Senegal o servir de managers de un equipo de fútbol senegalés consiguiendo el patrocinio de equipos españoles. Famaga ve oportunidades por todas partes, y las ve clarísimas, lo que nos recordó a una cita del libro "Océano África", de Xavier Aldekoa: 

"[...] no es sólo que en África la concepción del tiempo sea diferente al reloj estricto de Europa, es también una cuestión de actitud. A diferencia del Viejo Continente, donde el optimismo se basa en la lógica o la razón -porque hay motivos para serlo- el optimismo africano nace del deseo. Por eso a veces es un optimismo kamikaze, que pacta compromisos improbables o mantiene esperanzas imposibles."

Con la promesa de mantener el contacto, deseándonos buen viaje y dándonos las gracias, nos despedimos, después de que Famaga negociase por nosotros con el taxi-man del día siguiente: Matar, un contacto de Almu y Rodero.

Matar se convirtió al día siguiente en nuestro taxista y guía particular y estuvo con nosotros el día completo por Dakar hasta que nos dejó en el aeropuerto. La visita empezó en el Mercado Tilène, la Gran Mezquita, el Palacio Presidencial, la estación de trenes (que ya no cumple sus funciones) y la Catedral. Todos, edificios destacables, sobre todo la estación, pero nada que ver con el viaje al que nos habíamos acostumbrado. Sin embargo nos llamó la atención los cuatro ángeles que presidían la fachada de la catedral.


Eran ángeles negros, como los que nos habían acompañado durante todo el viaje. Nos pareció una idea chula.
Nos quedaba los mercados; el cubierto de Kermel, un mercado de pescado y verduras y el mercado de Sandaga, donde tuvimos que desplegar nuestras habilidades de regateo para hacer unas compras que acababan por dividirse casi por más de tres veces el precio pedido. El regateo tiene que ser un juego y tienes que reírte con ellos; de nada sirve lamentarse de que traten de sacar beneficio de tu condición de turista. Si tienes paciencia y sonríes los precios bajan como la espuma.
Tras los mercados llegó el despilfarro criticado del expresidente Wade, con su Monumento al Renacimiento africano, una estatua de bronce enorme en lo alto de una colina, emulando la Estatua de la Libertad, con una pareja de africanos levantando a su hijo y mirando hacia el infinito del futuro renacimiento. Poco renacimiento puede haber cuando el dinero se gasta en demostraciones como estas, se reía Matar.

Tras la obligada parada para comer nuestro último poulet yassa en un restaurante a orillas del mar, Matar nos lleva a la Village des Artists, unos estudios donde los artistas exponen sus obras. No quería dejarnos desde las 17h en el aeropuerto esperando hasta las 00h, así que nos acompaña a ver la llegada de las piraguas que vuelven de la pesca.

Todo un mercado improvisado nos recibía junto con el olor a pescado fresco y el viento marino. Las piraguas multicoloreadas (como los car rapids), con los colores de la bandera senegalesa básicamente, llegaban de todo un día de trabajo cargadas y eran empujadas por la familia y los amigos orilla adentro para bararlas y sacar el pescado, que luego exhibían mientras le sacaban las escamas o lo limpiaban. Era una hora agradable para pasear por la playa, el ambiente era la despedida de Senegal; gente paseando, niños jugando a fútbol, el canto a la oración, los cernícalos poniéndose las botas con el pescado abandonado que quedaba, los caballos en la playa y las últimas bocanadas de aire de vacaciones por ahora.

Nos despedimos de Matar en el aeropuerto y de la teranga senegalesa.

Los baobabs... En el libro de El Principito eran malas hierbas que destruían su planeta, no entendemos por qué. Los baobabs son árboles curiosos; por su forma, dicen que han sido plantados al revés, con las raíces hacia arriba; su fruto, el pan de mono, es dulce y blanco, como si el algodón de fería se hubiese endurecido alrededor de semillas; pero lo más increíble de todo es que sobrevive a grandes sequías porque guarda reservas de agua. Los baobabs son árboles exóticos para nosotros, por su nombre y su apariencia y son resistentes a las inclemencias circunstanciales que surgen con el tiempo, pues saben encontrar soluciones a los grandes problemas. Así es también África. O al menos, la pequeña parte de ella que conocimos aquí en Senegal.



"Para querer a África no basta con soñarla, hay que caminar sus calles, reírse con su gente, escuchar sus alegrías o tristezas, sentirse ridículo por no entender nada y volver a sorprenderse para comprender. Cualquiera que ansíe conocer un territorio tan vasto y diverso debe recorrerlo con los ojos abiertos y cerrarlos para volver a empezar. [...] El movimiento es parte del aprendizaje." (Océano África-Xavier Aldekoa)

A todos esos ángeles negros que han hecho posible que nuestro viaje haya ido esbozando cada uno de sus pasos, y a todos los que nos han enseñado, djeredjef (gracias)

1 comentario:

  1. Muy bonito! Dan ganas de hacer este viaje. Estamos deseando veros mañana en Valencia. Papá y mamá.

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