martes, 13 de septiembre de 2011

Final destination: SFO (San Francisco)

Nuestro último destino fue el puente perfecto para volver a Europa; San Francisco es una mezcla entre ambos continentes. Esta ciudad no deja de buscar la forma de ser tomada como una ciudad progresista; es un cajón de sastre para las múltiples personalidades y colectivos que habitan en ella; todos únicos y diferentes, como San Francisco.

Nuestro primer día empezó con la búsqueda del hotel que teníamos reservado; llegamos a El Capitán (que es como se llamaba), y un indio nos enseñó el cuarto. Al principio todo parecía bien; quizás un poco destartalado, pero por el precio no estaba nada mal; el caso es que poco a poco fuimos descubriendo las razones de su precio: baño compartido oxidado, una ventana que no cerraba, un barrio no muy recomendable para pasear de noche y un manager veterano de Vietnam con unos humos propios de la guerra. Aquello daba miedo…

Hablamos con Moe, nuestro amigo conserje de Niágara y nos consiguió un hotel en Oakland (en frente de San Francisco, pero bien comunicado) con su descuento de trabajador de hotel, para los próximos días; así que ese día aprovechamos para descansar y preparar los siguientes.

San Francisco nos recibió con viento y humedad (ya nos avisó Goñi y no le hicimos caso).

En el Golden Gate Park estaba organizada una competición de puntería con herraduras cuando lo visitamos. Una decena de parejas, jugaba a lanzar las herraduras para intentar encalarlas en un palo que había a unos 5 metros; sólo faltaba la barbacoa y Tony Soprano para que la escena fuese americana hasta la médula.

El 11 de Septiembre fue difícil no verlo; primero nos encontramos con una mujer musulmana cuyo velo era una bandera estadounidense y luego nos cruzamos con una manifestación que se dirigía hacia el Civic Center (donde está el City Hall); hippies de los 60, un cantante de folk y un negro-loca vestido de payaso (aunque este aprovechaba para pedir por otra causa diferente: una sanidad pública) cantaban consignas como ‘Nipples not napalm’ (pezones sí, no napalm) o ‘Remember September’ (Recordad septiembre).



Se pueden juntar más consignas en una manifestación, pero pocas serian tan curiosas como estas. Lo que nos llamó la atención es que pocas personas parecieron sorprenderse; sólo una sin-techo, que se tapó la boca con las dos manos y abrió los ojos como platos al ver el topless de las hippies que cantaban ‘Breasts not bombs’ (Pechos si, bombas no).

Chinatown se vestía de gala esos días para celebrar el Moon Festival y pasear por su Grant Avenue era como cruzar una frontera sin utilizar ni pasaporte ni vehiculo. No exagero si digo que éramos menos del 3% los que no teníamos ascendentes orientales. Había niñas que tocaban instrumentos asiáticos, puestos de comida en las calles, disfraces de dragón en el suelo, subastas, karaokes, promociones, farolillos colgando de los balcones y un río de gente, que mezclados, creaban un ambiente que sonaba a cantonés y olía a sushi.

Castro, el barrio gay, alfombrado de banderas multicolores, alberga un cine antiguo de esos cuya taquilla es una caseta separada; de los que aún anuncia con letreros la película que se va a ver y de los que corren sus cortinas rojas cuando empieza la función. Todo un placer para unos cinéfagos nostálgicos. Coincidencias de la vida, un día de estos hicieron un pase de Indiana Jones; así que pudimos disfrutar en cinemascope de las aventuras del arqueólogo, sentados en las butacas con nuestra bolsa de palomitas con mantequilla.

El último día visitamos Alcatraz; la isla-cárcel que retuvo a famosos gángsters como Al Capone. La Roca, como era también conocida, tiene una historia curiosa y es que además de servir de prisión de máxima seguridad y haber sido testigo de la conocida fuga de Alcatraz, fue escenario y símbolo de la rebelión india.


Sólo nos faltaba despedirnos de San Francisco y lo hicimos dejándonos maravillar por el inmenso dragón rojo del Golden Gate, que une San Francisco con la lengua de la 101,

y tomándonos un perrito caliente, animando con los americanos a los Giants en un partido de baseball como los de las películas (con sus besos en pantalla, sus celebraciones de varios home rounds y la música animando el show). Un buen final.



Ahora, nos preparamos para embarcar.

Tornem a casa!

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