viernes, 20 de julio de 2018

Un tesoro escondido a la sombra del sol (Kashan)

La canción de AC/DC nos dejaba a la entrada de Kashan, donde un taxista aseguraba que nos llevaba al hostel por 10.000 (¡ojo! para evitar confusiones siempre hay que averiguar si el precio está en tomanes o riales. Los tomanes multiplican el precio por 10; por lo que 10.000 tomanes son 100.000 riales).

Acordamos, al subir, 10.000 riales, pero durante el trayecto señaló dos billetes de 50.000 dando a entender que el precio a pagar eran 100.000 riales. Viendo que no aceptábamos argumentó que éramos dos por lo que pagábamos 50.000 cada uno. En la puerta del hostal, enfadado, se negaba a coger el dinero y tuvimos que insistir hasta que aceptó el billete, lo lanzó con desprecio al asiento del copiloto y arrancó chirriando ruedas. En el hostel nos confirmaron que 50.000 es el precio normal. La Lonely ya nos había avisado de la existencia de dos clases de personas en el país: están los iraníes y luego los taxistas iraníes. La calma de Mustafa, el gerente del hostel, fue como una ráfaga de aire acondicionado que aumentó cuando nos dijo que al no quedar camas libres en dormitorios compartidos, nos cobraría la habitación privada al precio de los primeros.

Lo que quedaba de tarde la aprovechamos para dar una pequeña vuelta. El sol nos había abandonado, pero parecía que hubiese dejado arropado a Kashan antes de irse a dormir; sus laberínticas y estrechas calles de paredes hechas de adobe y paja, junto con su escasa iluminación, también parecían invitarnos a descansar, así que aceptamos la invitación y volvimos sobre nuestros pasos.

La cercanía al desierto Maranjab se siente en el ambiente y en el color marrón que viste la ciudad. Kashan es literalmente una joya escondida, ya que está repleta de casas históricas cuya carácterística común es que se construían hacia abajo para protegerse del calor. Por ello, a simple vista desde la calle, puede parecer que no tengan mucho de especial o que no tengan diferentes alturas, pues los muros esconden el tesoro bajo tierra, a la sombra del sol. 

Visitamos tres de las casas históricas y en la primera nos sentimos verdaderamente en el desierto; tanto por las altas temperaturas como por hallarnos prácticamente solos visitando este auténtico palacio. Bajar a los pisos más profundos era como darse un chapuzón de agua fría. Los persas sabían lo que hacían...

Huyendo del sol imponente y buscando aliviarnos, visitamos el antiguo hammam, que a pesar de no tener agua, refrescaba nuestros cuerpos con sus colores azules y verdes, junto a la imaginación que producen los espejismos. Desde la terraza, en cambio, el sol calentaba sin piedad, pero unas buenas vistas de la ciudad hacían soportable el castigo.

Andar por la calle en Irán es como transportarse a la escena de Disney en que Bella pasea por el pueblo y todo el mundo la saluda amablemente. Hay lugareños que simplemente te paran preguntando por tu nacionalidad para decir con una sonrisa de oreja a oreja: “Welcome to Iran”, mientras se ponen la mano en el corazón en señal de agradecimiento.

Tras la comida hicimos un tour con  una italiana, guiados por Mahdi, para visitar los alrededores. Empezamos por la ciudad subterránea de Nushabad, supuestamente la más grande del mundo (lo cual no podemos asegurar que sea cierto ya que cada país que visitamos tiene lo más grande, o lo más largo, o lo más pequeño), que servía para refugiarse de posibles emboscadas o intentos de conquista. 

La visita continuó por un castillo que parecía abandonado y que podríamos haber conquistado sin utilizar más armas que la firme decisión de quedarnos allí a vivir. A continuación, fuimos a la mezquita Holy Shrine que nos dejó con la boca abierta con su entrada llena de tumbas que conmemoran a los mártires de la guerra contra Irak y su patio interior donde predominan los verdes y azules que contrastan con la cercanía al desierto; en ella se alzan dos imponentes minaretes y una enorme cúpula coronada por una bandera verde. El interior también es digno de admiración, con 14 bóvedas cada cual diferente.

De camino al desierto, Mahdi nos habló de la diferencia entre persas y árabes (ya habíamos leído que no les hace ninguna gracia que los consideren árabes), de la guerra con Irak, y nos enseñó un poco de farsi. En definitiva, mientras el coche avanzaba derrapando por las arenas desérticas y amenazando con dejarnos tirados, nosotros nos empapábamos de cultura persa.

Llegamos al desierto con el sol ya languideciendo, lo cuál agradecimos ya que aunque estuviese en las últimas, se hacía de notar calentándonos la piel y achinándonos los ojos. Subimos a las dunas para admirar el paisaje y nos despedimos del día en un lago de sal que hay en medio del Maranjab.

Con la noche ya sobre nosotros, volvíamos hacia Kashan cuando el coche nos dejó tirados en medio del desierto con las ruedas hundidas en la arena y negándose a continuar. Afortunadamente en el desierto también hay ángeles guardianes y apareció un 4x4 que nos sacó del apuro con la amabilidad característica iraní.

Hicimos una parada en medio del camino en un caravasar (para que nos entendamos, antiguas posadas persas); allí disfrutamos de un té con agua de rosas antes de volver.

Al día siguiente deambulamos por el bazar, perdiéndonos por sus calles para despedirnos de Kashan. ¡Qué suerte que el manto de las sombras y la profundidad de la tierra escondan esta joya del sol abrasador y sigan manteniéndola tan auténtica!



6 comentarios:

  1. Me encantaría estar allí! Disfruta crac!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estás a tiempo Alex, si no nos vemos por aquí nos vemos en 4c. Un abrazo tío!

      Eliminar
  2. Madre mía, he llegado a sentir el calor asfixiante...el sol dándome en la cabeza y en los ojos...tanto q he ido a lavarme la cara y beber agua.
    Chicos ...q maravilla todo, las fotos una pasada!!! Disfrutad y recordad q hay q beber y comer..jeje.

    ResponderEliminar
  3. Qué pasada!me encanta todo lo que describes y qué pena me da ser parte de un continente tan ignorante en cuanto a la grandeza histórica de pueblos y civilizaciones a los que debemos tanto. Disfrutad de ese pedazo viaje, y gracias por compartirlo, es como estar sobrevolando Irán.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Íñigo! La verdad es que sí que es una pena. Este país está maltratado por los medios y es una joya. Un abrazo!

      Eliminar