jueves, 26 de julio de 2018

Sonrisas en la mochila (Shiraz)

Llegamos a Shiraz de noche, con la ciudad iluminada por las cúpulas de las mezquitas. Un mensaje de Amir nos daba la bienvenida a la ciudad de los poetas, de la literatura y del vino. A Amir ya lo conocéis, es uno de los curiosos con los que intercambiamos móviles en el metro desde el aeropuerto a Tehran.

Encontrar el hostel no fue complicado; conciliar el sueño lo fue un poco más; para darnos las buenas noches, nuestra compañera suiza de habitación se relajó al apagar la luz y sin ningún tipo de remordimiento dejó escapar una estruendosa flatulencia que inundó la habitación y nos dejó con la boca abierta. No contenta con ello, más adelante llegó a despertarnos en medio de la noche en más de una ocasión.

Por la mañana, con el miedo en el cuerpo por el surrealismo de la noche anterior, salimos del hostel para descubrir la ciudad; nos cruzamos con un grupo de tres españoles de los que volveremos a hablar más tarde. Pero ahora hay que espabilar para aprovechar las horas de menos sol.

Nuestra primera visita a la antigua capital del país durante el siglo XVIII, fue a la Arg-e Karim Khan, antigua fortaleza que se impone ahora en medio de la ciudad. Volveremos también más tarde a ella, que el sol avanza sonriente.
La siguiente parada será el Hammam-e Vakil aunque no por mucho tiempo, sólo el suficiente para trasladarse al pasado de la mano de las figuras de cera que lo habitan y muestran a los turistas cómo funcionaba en tiempos mejores.

La parada más interesante por ahora, es la Holy Shrine. A este complejo con dos mausoleos, hay que acceder acompañado por unos guías ataviados de bandas estilo Miss America, tituladas “International Affairs”. Estos dos mausoleos contienen los cuerpos de familiares del imán Ali Reza (los chiítas creen que existen 12 imanes, que son los encargados de continuar con la labor de Mahoma). En este enorme complejo, el sol que ya nos juzga desde arriba, pero no es capaz de borrar el mar de colores que inunda los miles de azulejos que celebran la vida de estos familiares sagrados. La llamada a la oración del mediodía nos acompaña toda la visita.

Buceamos un poco por el bazar para hacer tiempo antes de quedar con Amir. Durante la comida, nos ayudó a coprender la historia mundial como una partida de ajedrez entre dos potencias: USA y Rusia; en la que  cada ficha es un país que ellos mueven a voluntad. Irán juega de blanco desplazada por Rusia, de ahí que USA apoyara la guerra de Irak o que sin ir más lejos, Trump se desahogue ahora haciéndole un jaque.

¿Recordáis los españoles que nos cruzamos anteriormente? Atentos, porque ahora cobran importancia: tras descansar libres de la suiza, saliendo para ir a cenar, nos encontramos con los españoles. Nos preguntaron si éramos gemelos y la conversación fluyó. Os presentamos a Eduardo, Josué y Marcos, un trío de españoles que viajan juntos, aunque la batuta de la convesación la lleva Eduardo. Es de esa clase de personas con las que las palabras arrastran al tiempo y lo aceleran sin que te des cuenta. De esas, con las que podrías hablar durante horas y horas sin mirar el reloj.

La noche se acercaba, y temblorosos volvimos a la habitación. Esta vez nuestra compañera bombardeó sin piedad la estancia con el agravante de que no era un acto de sonámbula como pensábamos, sino de una persona totalmente consciente que leía en la oscuridad sin inmutarse. Aguantar la risa fue tarea difícil ante tal situación. La intensidad de las flatulencias bien podría haber creado un terremoto... Desde luego si una sola suiza puede hacer lo que hizo, entendemos que el país no necesite estar militarizado.

Madrugamos para visitar la Masjed-e Nasir-al-Molk o también conocida como la Pink Mosque. Esta mezquita vestida de azulejos rosas es la más fotografiada de la ciudad gracias a que posee cristaleras que filtran el sol y lo pintan de colores dibujando las paredes.
Este efecto es más impresionante en invierno, cuando el sol se asoma de frente en lugar de espiando desde el lateral como lo hace en verano.
La sala de oración estaba repleta; no por creyentes sino por turistas ansiando tomar un baño de color para inmortalizarlo en las fotografías.

Tras el desayuno, nos pusimos el gorro de Indiana Jones y fuimos a Persépolis para leer la historia en los restos de piedras que antaño fueron la gloria de la civilización persa allá por el año 500 A.C. Pasear por los restos  imaginando cómo sería todo hace 2500 años ayudaba a olvidar el calor. La puerta de Jerjes daba la bienvenida transportándonos al pasado.

La visita la completamos con la Naqsh-e Rostan, una necrópolis que guarda cavados en la montaña e inalcanzables, las tumbas de Darío I y II, así como Artajerjes y Jerjes I. Disfrutando de lo que parecía el plató de “La última cruzada”, vimos cómo una hiena paseaba a escasos 100 metros. Toda una experiencia.

Cerramos la noche visitando la tumba del poeta Hafez, rodeada de música y gente acompañando al escritor en su silencio eterno. Al pasar por la fortaleza, nos costó reconocerla. La gente se había echado a las calles plantando cara a la luna, cantando, paseando a caballo o disfrutando del simple y maravilloso acto de conversar.

Pasamos buena noche, ya que la suiza se había ido, y dormimos acunados por el silencio. Al día siguiente nos despedimos de Shiraz y como no podía ser de otra manera, soltamos la cola del tiempo al juntarnos con Eduardo; hablamos de Irán y de los viajes y disfrutamos como niños de su creatividad y sus historias inventadas que bien podrían ganar un Óscar de manos de Almodóvar. Nos despedimos agradecidos del destino por juntarnos. Y ya en la estación de buses, vimos un mensaje suyo:

“Los pequeños grandes momentos de la vida son aquellos que se lanzan desde las huellas de un pie detrás del otro. El cansancio del camino perfumado de las más inquietas ansias de llenarse de vida de aquellos con quien decidimos cruzarnos durante cada viaje. El instante en que uno sabe que la sonrisa del encontrado se quedará ya en su mochila de viajero, la sensación de la línea mágica que te mantiene al mismo lado del encontrado”.

¡El placer es nuestro compañero, buen viento!

4 comentarios:

  1. Fabuloso Pablo. .nunca se decir quien de los dos me gusta más al escribir. .aunque muy parecidos no sólo en físico. .también al escribir, cada uno tiene su "magia y toque " me he reído poco conuboso la música nocturna de la suiza, hasta me parecía q olía y todo..q horror!!.
    Seguid chicos escribiendo...cada día esperamos a ver si toca .besos.

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  2. Que ganas de visitar los lugares que describes, y cuanto curiosidad me despierta! Por la suiza no te preocupes, en cuanto de rienda suelta a sus flatulencias en el primer transporte publico que pille y la casualidad quiera que haya entre ellos un puñadito de jihadistas de gatillo sensible, sus tiempos de ojete suelto se habrán acabado.

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    1. Si tienes la oportunidad no lo dudes. En cuanto a la suiza tiene suerte de que somos pacíficos, eso en rugby es amarilla mínimo

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