martes, 24 de julio de 2018

La joya más hermosa (Isfahán)

Isfahan, antigua capital de los selyúcidas y los safávidas, joya policromática y seguramente una de las ciudades iraníes más memorables; dejemos las presentaciones de lado... no hay mejor manera de conocer una ciudad que pasear por sus calles, así que: Welcome to Isfahan!

Descansados del viaje y dispuestos a dejarnos sorprender por el brillo de la tercera ciudad más importante del país, decidimos mimetizarnos con los lugareños utilizando un Snapp para bajar al centro y empezar ruta. Para economizar gastos y evitar a los taxistas (raza aparte, como ya explicamos), los nacionales utilizan una aplicación similar a Uber; marcan el trayecto y escogen al conductor que más cerca esté, siendo el precio final la mitad de lo que sería sin la app.

Pudimos empezar disfrutando de la privilegiada soledad turística que reinaba en la madraza Chahar Bagh. Las alfombradas fachadas de azulejos añiles, verdes y amarillos nos seguirían durante todo el día por la ciudad. 

De camino al Palacio Hasht Behesht, localizado en medio de un parque donde presenciamos cómo los jubilados y jóvenes juegan al ajedrez y descansan a la sombra de los bancos, nos para un hombre para hablar. A lo Expediente X, mirando para los lados y sin perder la sonrisa, nos pregunta si estamos grabando la conversación; baja la voz y señalando con los ojos a una persona que se sienta en un banco cercano, susurra a modo conspiratorio: “Ese nos está observando.” La conversación salta del gobierno, a la historia persa, al cine iraní, al vino y a las fiestas que se celebran de forma clandestina. Todo un personaje que nos retiene durante un rato agradable mientras da una clase de opinión pública.


En el Palacio Hasht Behesht, donde podemos hacernos a la idea de su antigua suntuosidad admirando los frescos que sobreviven al paso del tiempo, nos dejamos maravillar por los techos tipo estalactita; y seguidamente, sin dejar de lado la fastuosidad, visitamos el Kakh-e Chehel Sotun, donde el salón del trono recibe al visitante haciendo alarde de las pinturas originales que conserva en sus paredes y techos, escondidos tras una terraza de 20 columnas.


El calor aprieta y estamos en la hora de la oración preceptiva islámica chií (son tres: al amanecer, al mediodía y al atardecer), por lo que las mezquitas están ahora cerradas al público. Así que, cuando aparece la plaza Naqsh-e Jahan ante nuestros ojos, nos refugiamos del sol a la sombra de la Masjed-e Shah a espera de que reabra sus puertas. Esta plaza, auténtico tesoro de Isfahan, reúne, como nos explicó Mehdi (al que aún no hemos presentado), los cuatro pilares: económico (representado por el bazar), científico (por la Masjed-e Sheikh Lotfollah, pues según nos contó, sus proporciones encierran enigmas matemáticos), religioso (Masjed-e Shah) y político (representado por el Palacio Ali-Qapu, que precisamente por ser el poder que debe dominar a los demás es el único edificio de los cuatro que se construyó sobresaliendo).

Parece que ya podemos entrar en la Mezquita del Sah; esquivamos a unos cuantos mercaderes que nos invitan a sus tiendas de alfombras o camisetas y un pasillo que gira 45 grados nos lleva hasta el patio interior (ingenio del constructor para conseguir compatibilizar que la puerta de entrada dé a la plaza por el norte, al mismo tiempo que en su interior la sala de oraciones esté orientada hacia la Meca, al suroeste, sin renunciar a la proporción entre sus cuatro iwanes), donde un despliegue de azulejos coloridos principalmente en amarillos y azules decoran profusamente cualquier mínimo rincón. Es imposible fijar la mirada en uno solo de los detalles, pues la abundancia de los mismos obliga a la vista, empachada de maravillas, a no acabar de posarse en ningún sitio en concreto y volar cual nervioso colibrí para saciarse de tanta belleza.

Embriagados, continuamos por el Palacio Ali-Qapu, que engañoso y discreto, parece más insulso a la entrada; pero al llegar al tercer piso, la puerta se abre a una terraza, con espectaculares vistas a la plaza, bajo un techo completamente pintado y con unas paredes en tonos que combinan azul pastel, salmón y filigranas doradas. 

Pero, conservando su discreción, guarda su tesoro estrella en el último piso: la sala de música, donde un desparrame de imaginación para mejorar la acústica hizo de los techos un nido de huecos en forma de jarrones e instrumentos, sin renunciar a la exquisitez de los pequeños detalles en la decoración. 

Dándonos cuenta de que la fascinación nos había atrapado en el tiempo y debíamos darnos prisa si queríamos visitar la Masjed-e Sheikh Lotfollah antes de que cerrase, dirigimos nuestros pasos al edificio que se encaja justo enfrente del palacio. 

La sensación descrita en la Masjed-e Sha se repite aquí a menor escala al tratarse de una única sala de oración que exhibe, eso sí, una combinación de  mosaicos tan recargados de colores como la anterior mezquita, pero en una sala más oscura, pensada para que la luz juegue a cambiar los tonos de la cámara con su reflejo, según la hora del día.

Al salir, teníamos dos opciones: acabar de ver lo que nos quedaba o hacer tiempo a que atardeciese para ver el ambiente de la plaza cuando la gente se acerca a disfrutar de la bajada de temperaturas. 

Sentados en un banco, mientras valorábamos el siguiente paso, la ciudad decidió por nosotros. Estar quieto es dejarse sorprender por el encuentro. Primero vinieron tres niños afganos con los que estuvimos conversando. Luego, con el sol ya anaranjándose apareció Mehdi. 

Mehdi nos invitó a pasear y nos llevó a rincones menos turísticos de la plaza, desde donde finalmente vimos atardecer. Junto con un estudiante de psicología que se unió al paseo, estuvimos intercambiando inquietudes y dudas sobre nuestras culturas hasta las nueve de la noche, cuando Mehdi se ofreció a pedirnos un Snapp.  La intención era buena, pero un pequeño fallo técnico impedía llevarla a cabo: se había quedado sin batería. Su empeño en ayudarnos hizo que preguntase a varias personas si tenían Snapp y la reiterada negativa le llevó a pensar que quizás sus compatriotas creían que estaba intentando timarnos. Efectivamente; en el momento en que la pregunta la hicimos nosotros, encontramos ayuda. 

Nos despedimos de Mehdi y a pesar de que el conductor no hablaba nada de inglés, la conversación fluyó con gestos, onomatopeyas y algún que otro sí seguido de una sonrisa tras no haber entendido el mensaje. No importa; a veces lo más esencial es la conexión. El hombre se arrancó a cantar a gritos un “Españaaaa” eterno a modo gitaneo iraní, con sus florituras persas incluidas conforme llegábamos a nuestro destino. La sorpresa llegó cuando nos dijo que no debíamos pagarle.— Y hagamos un inciso aquí para entender la situación: existe una fórmula de cortesía cultural llamada ta’arof  por la que en algunos casos la persona se negará a recibir dinero esperando que se le insista. Las tres primeras negativas son parte del ritual; la cuarta será la que desvele si la supuesta gratuidad era real o una cuestión de mantener las formas.— Así que preguntamos: “¿ta’arof?” Y él se rio diciendo “no ta’arof” y enseñándonos el móvil, dando a entender que la carrera estaba pagada por la mujer que nos había llamado al Snapp. No sin razones, Irán es conocido como el país más hospitalario del mundo.

Al día siguiente, antes de salir rumbo a Shiraz, paseamos por los antiguos puentes del ya seco río, el barrio armenio y el bazar. Puede parecer impostado decir que la mayor experiencia de un país es conocer a su gente, pero es que es totalmente cierto. A pesar de su ostentoso tesoro histórico y cultural, la joya más preciada y hermosa de este país son los iraníes.


11 comentarios:

  1. Ostras chicos que luminosidad tiene todo!!!realmente las fotos son chulisimas y la descripción hace q lo q no se ve se imagina. Besos.

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  2. Os pagó una mujer el taxi.. las lleváis locas!! Hay mucho turista?

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    1. Mar Arri! Pues hay turismo; sobre todo europeo, pero suficientemente poco como para poderse hacer fotos sin que salgan!!

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  3. Impresionante descripción.
    Estoy viajando con vosotros.
    Gracias por el relato.
    Para cuando el primer libro de viajes?

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    1. Gracias tío!! Por ahora dejamos lo de los libros a Jose!!

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  4. Que maravilla!
    La experiencia y el relato.
    Un besote

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    1. ¡Qué ilusión que te unas Laura! A ver si reúnes a tu equipo pronto y nos vemos!

      Un beso fuerte!!

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  6. Envidia pero de la sana!!!!! Precaución, aunque sois profesionales en estas lides. Me encanta como nos trasladáis a ese país tan desconocido. Un fuerte abrazo Quique!!! Y disfrutad de lo lindo. Mucha suerte y que salga todo imprevisiblemente bien!!!!

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    1. Rafa, qué alegría!!!! Me gusta mucho ese “imprevisiblemente bien”, es la esencia de los viajes, lo imprevisible. Un abrazo enorme y nos vemos a la vuelta!!!

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