"Anemos?" El catalán conjugado en castellano de Lara rompe la burbuja mental en la que se encuentra disociada mi consciencia. "Anem". Vamos a una zona de juegos que hay frente a la puerta de embarque. El tiempo, etílico, se mueve entorpecido, ingrávido, como sumergido bajo un líquido... por suerte avanza.
En el segundo avión, los tres nos dejamos atraer por la plácida desconexión, y el tiempo se desvanece (fade out).
Ya en Taipéi, en el metro hacia el hotel, le explicamos a Lara que tendremos que ir pronto a la cama para coger energías (eufemismo con el que acepta hablar de dormir) para la aventura de mañana. Sin embargo, haciendo el check-in, el recepcionista nos informa con una sonrisa culpable (la que el manga dibuja con una gota de sudor en la sien) que el tifón Gaemi azotará Taipéi durante dos días. Nos vamos a la cama con la esperanza de que la peor parte pase por la noche, pero a la mañana siguiente insisten desde recepción que todo permanecerá cerrado, y nos animan a abastecernos, al menos para ese día, en una cercana convenience store. Si no cambia radicalmente el panorama, se nos plantean dos días de encierro hasta que Gaemi retroceda al sureste; así que aprovechamos para reorganizar el viaje, pues con el pronóstico del tiempo, parece mala opción empezar visitando el este.
Lara se queja: "Això no són aventures..." La previa sobreestimulación de expectativas le ha caído como un jarro de agua fría. Me planteo que la sociedad de la euforia ha contaminado la idea del viaje, confundiéndolo con un espejismo tóxico del carpe diem, reducido a la urgencia por acumular experiencias. Sin embargo, viajar es nomadismo y desplazamiento interior, lo cual requiere tiempo. Solo podemos vivir el "momentismo absoluto" que cantaba Fangoria transitando el presente y dejando atrás el futuro.
Poco a poco la aventura fue encontrándose con ella. Acercándose a una niña de rasgos asiáticos, intentó entablar conversación, aumentando progresivamente sus esfuerzos: "Nena" (silencio). "Nena" (silencio). "Nena, no m'escoltes?" (silencio). "Nena, no m'escoltes, carinyo?" (silencio). Le explicamos que aquí "hola" se dice "nĭ hăo", y cuando recibe contestación de la niña, nos dice entusiasmada y afirmando con la cabeza: "Sí que entén nĭ hăo!"
El sábado por la mañana, cuando llegamos a la parada de bus que nos lleve a la Rainbow Village, nos dejamos guiar por los gestos de una local, que alegre y vehementemente (go, go, go!), nos sube con ella a otro bus que confiamos que nos deje en el lugar deseado. Nos hace sentarnos, y nos muestra orgullosa al resto de pasajeros. Nos encontramos en el ojo de la conversación, que va agregando tertulianos que asienten, sonríen y comentan mientras nos miran. Cuando llega la parada, la mujer nos baja y nos guía satisfecha hasta el destino, tras ofrecer la mano a Lara, que la acepta sin dudar.
De camino a nuestra última parada suena una melodía por las calles; un campanilleo de carrito de los helados, que resulta ser el reclamo del camión de la basura para avisar al ciudadano que es hora de tirar los desechos.
La visita a Taichung acaba en el Cultural Heritage Park, donde Lara se extraña con el comportamiento inerte de las estatuas de su tamaño: "Mami, esta nena és diferent". Y es que, como Gaemi ha puesto en evidencia, la aventura no aparece de la mano de lo frenético; la aventura se desprende de la capacidad de explorar. La aventura es redescubrir como adultos la sorpresa; despertar a nuestro niño latente y dejarle jugar, mostrar la sonrisa espontánea y liberar la carcajada desinhibida; resignificar lo infantil como un adjetivo positivo, deseable y lleno de sabiduría.
(22 a 27 de julio)
Nî hâo! 😜
ResponderEliminarUn placer, como cada año, seguir vuestras aventuras
Nĭ hăo! Bienvenida al barco Lidia!! ;) un abrazote enorme, baetuliana!!
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