El 4 de julio es una fecha importante en USA, en 1776, ese mismo día, se aprobó la Declaración de la Independencia y Estados Unidos empezó a escribir su propia historia sin los británicos. Cada año, se celebra la independencia con fuegos artificiales y otros eventos. Quien quiere vivirlo desde un lugar privilegiado de la ciudad y sin gastar un dólar, tiene que pagar el precio de la espera.
Tumbados con los ojos cerrados y el sol calentando nuestra piel, esperábamos al inicio del espectáculo, dejando pasar el tiempo y recapitulando lo vivido.Dos días antes, estábamos en posición horizontal también cuando sonó la alarma. Teníamos unas 7 horas de carretera, pero queríamos ver las vistas desde el Hurricane Hill.
La ruta no era muy complicada y nos regaló panorámicas del Olympic NP mientras algunos ciervos posaban con las montañas todavía nevadas de fondo.Mientras el sol
nos calienta, la música que pinchan para animar la espera me saca del
ensimismamiento. Suena “Sweet dreams” de Eurythmics y todos tarareamos Sweet
dreams are made of this. A
nuestra derecha, un grupo de chicas se están dando el lote las unas con las
otras sin orden aparente. Los abonados a la espera, lanzamos miradas furtivas
alucinando con lo poco que parece importar al grupo de chicas, quién besa a
quién en esta entropía amorosa. Ahora canta Luis Fonsi junto a Daddy Yankee: Despacito,
quiero respirar tu cuello despacito.
Un niño, de unos
quince años, está dibujando un sambori en el suelo mientras la gente pasa por
el medio. Mira a ambos lados y cuando no viene nadie, saca una tiza del bosillo
y colorea un cuadrado de manera convulsiva.
Pasito a
pasito, suave suavecito
Mi mente viaja al miércoles, cuando ascendíamos paso a paso al lago Colchuk Lake que forma parte de The Enchantments, un grupo de lagos abrigados por cadenas montañosas al este de Seattle. Recorrimos 17 kilómetros en total para subir al lago y volver.
En el camino de ida, tres cabras montesas nos alegraron la mañana. Mientras mirábamos en absoluto silencio, se alimentaban ajenas a nuestra presencia, permitiéndonos inmortalizarlas en nuestra memoria y en fotos.
Lo bordeamos y almorzamos, saboreando bien las vistas antes de volver al coche. Mientras el coche se alejaba al mediodía tras 6 horas de excursión, el spray pimienta que tanto había caminado junto a nosotros, se quedaba atrás. Lo despedíamos con la esperanza de que continuara igual de profesional que lo había sido con nosotros, dando seguridad al caminante intrépido que eligiera su compañía.
I drove for miles and miles… Esta vez es Maroon 5 el que canta y soy secuestrado del presente. Esa misma mañana habíamos sumado 60 millas más a nuestro viaje, para llegar a Seattle.
Visitamos primero Pike Place Market disfrutando del mercado, con su explosión de colores conquistando ramos de flores, frutas, peces o decoraciones varias. El piso de abajo era más original y old school, con tiendas de cromos y de magia entre otros negocios curiosos.
Continuamos el tour acudiendo al Olympic Sculpture Park, desde el cual se ve la famosa Space Needle, símbolo de la ciudad desde la Exposición Universal de 1962.
Seattle también
tiene fama por la calidad de sus espressos. Picados por la curiosidad, hicimos
una parada en los estudios de la radio KEXP para comprobar empíricamente que
estaban a la altura de su popularidad.
Con ganas de aprender más, fuimos al Museo de Cultura Pop, que a pesar de ser algo caro, está muy bien decorado. Expone objetos que van desde la música hasta el cine con exposiciones de Nirvana, Jimmy Hendrix, el mundo de los videojuegos, la fantasía, la Ciencia Ficción y el terror. Desgraciadamente esta última sala estaba en reformas.
Ya queda menos para el espectáculo pirotécnico y observo como la gente busca sitio. Pasa de largo una familia afroamericana, seguida por unos blancos y a continuación, unos con rasgos asiáticos. A estos se les cruzan dos hispanos. Todos vienen a celebrar el día de la independencia. Y es que, si bien es cierto que la sociedad americana aún tiene que lidiar con el racismo entre otros problemas, su riqueza étnica y multicultural es incuestionable.
La noche ha
instalado en el cielo un telón de proyección perfecto para el espectáculo. Una
cuenta atrás anuncia el inicio y comienzan unos fuegos artificiales que no
tienen nada que envidiar a los de Valencia. Sin embargo, aquí tienen el toque americano
y la pirotecnia es acompañada por música. También intercala discursos
patrióticos de pasados presidentes haciendo propaganda del sueño americano. Con el terratrèmol final, se suceden imágenes fugaces
de lo que hemos vivido.
And the hard roads are the ones worth choosing.
Someday we’ll look back and smile,
And know it was worth every mile.
And it don’t matter to me,
Wherever we are is where I wanna be.
(Chris Stapleton)
A los que habéis estado a nuestro lado viajando por cada palabra, gracias por estar ahí.
(2 de julio a 5
de julio)
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