jueves, 23 de noviembre de 2023

La oscuridad (Austin-Ciudad de Guatemala-Quetzaltenango)

En la oscuridad nos enfrentamos a nuestros peores miedos. La imaginación vuela libre y creamos demonios, magnificamos peligros y nos hacemos pequeños. La ignorancia y el desconocimiento de las cosas, también son oscuridad.

 Nuestra aventura comienza como muchas otras, en medio de la oscuridad. Visitar un país desconocido te somete a un bombardeo de exceso de información unido a consejos o advertencias, algunas infundadas, otras infundidas por miedos.

Antes de subir al avión, revisaba el estado de las carreteras. Nuestra idea era recorrer en un coche alquilado, algunas partes de Guatemala. Entre tanta información, encontré sucesos de asaltos de enmascarados alrededor del lago. Ya estaba a punto de cancelar la reserva del coche, cuando nos llamaron para embarcar. En el avión, decidimos seguir adelante con el alquiler de coche pero cambiar algo la ruta para evitar carreteras desaconsejables según la embajada.

Llegamos a Dallas con el tiempo justo para recorrer el aeropuerto de un extremo al otro y embarcar en nuestro siguiente vuelo con destino Guatemala. Nervioso ante la oscuridad de lo desconocido, fui dando cabezadas para llegar descansado a Ciudad de Guatemala. Llegamos una hora antes de lo previsto, pero entre las gestiones para pasar la aduana, recoger las mochilas y firmar el contrato del coche, no nos pusimos en marcha hasta las 14:45. La primera etapa era Ciudad de Guatemala-Quetzaltenango. Según Don Google, eran 3 horas y media pero las dos primeras horas pasaron lentas y alargaron la hora prevista de destino. La quietud, el paso del tiempo y la visión de la realidad, van haciendo el efecto de tila y van disipando la oscuridad y los miedos iniciales. En mi cabeza cantaba junto a Robe “Y para volar necesito tiempo, únicamente tiempo”.

Conforme empieza a caer el sol y el tráfico es más fluido, descubrimos la gran aventura de conducir en Guatemala. Para sobrevivirla, sólo necesitas los cinco sentidos para evitar los baches, perros, personas, coches parados en mitad del camino o sin la iluminación apropiada. La velocidad límite ayuda a que no sea un peligro, ya que 80km/h es el límite. Creedme que con tantos obstáculos a evitar la velocidad media se reducía a unos 60km/h.

Cinco horas después de salir del aeropuerto, con el cerebro agotado, y el cuerpo tranquilo al ver que muchos miedos se habían magnificado por desconocimiento, llegábamos a Quetzaltenango, también conocida como Xela. Sus bonitas calles adoquinadas y edificios coloniales, nos dieron la bienvenida y acabaron de disipar las últimas dudas sobre nuestra decisión de venir en coche a la oscuridad de un nuevo país.


Nuestro primer día en Xela, fuimos degustando la ciudad poco a poco, recorriendo sus calles y viajando a un pasado apenas vivido, en el que los empresarios tenían oficios y los negocios se levantaban entrenando la paciencia en la tienda viendo a la gente pasar, con peluquerías abiertas a todas horas, droguerías, papelerías, zapaterías, ferreterías enormes. Negocios con apellidos de personas y no nombres de franquicias.


La ciudad tiene vitalidad, pero alarga el tiempo y disfruta de la vida pausada. Esto se puede apreciar en el Parque Central (la plaza del pueblo para los que necesiten un empujón en la imaginación). Con mujeres y niños vendiendo pelotas, chicles o juguetes de los que se lanzan al aire como helicópteros; mientras muchos otros, miran la vida pasar sentados en un banco. 


Para aprender más del ritmo de la ciudad, nos unimos al segundo grupo y degustamos un café en una terraza con vistas al Parque, viendo pasar las horas sorbito a sorbito. En mi cabeza, seguía cantando junto a Robe: “Del tiempo perdido, en causas perdidas, nunca, nunca me he arrepentido. Ni estando vencido, cansado, prohibido.” 


Por la tarde fuimos jugando a la oca, saltando de bar en bar para tomar algo y sin darnos cuenta, ya nos había invadido la noche y estábamos cenando, ensordecidos por una banda casposa que ensayaba para su bolo en directo. Guatemala seguía siendo un país desconocido pero ya no parecía lleno de peligros a cada paso que dabas. Coexistía con bachatas, mujeres con vestidos tradicionales, edificios embellecidos por la iluminación y la educación Guatemalteca: ¨Con mucho gusto, para servirle¨. 




La imaginación ya no era tan libre para infundir miedos y nos fuimos a dormir en una oscuridad acogedora.

(17 a 18 de noviembre)

2 comentarios:

  1. Vaya no paráis nunca...sois increíbles.. he empezado a leer mientras esperamos q Eva salga de guarde y me ha entrado miedo.. jeje lo miedosa q soy yo ...y lo leo con ansiedad y nervios..como para ir yo de viaje..gracias por compartir

    ResponderEliminar
  2. El sueño de la razón produce monstruos
    https://images.app.goo.gl/CgiZoTZ5hMAfzToz6

    ResponderEliminar